Una guitarra y una armónica. Con eso Bob Dylan ha construido toda una leyenda a sus 80 años. Cantautor esquivo, de letras crípticas, lleno de desplantes y cambios que sólo él entiende.

Puso voz a la rebeldía de la convulsa América de los años 60. Apoyó a Martin Luther King y luego se rio de aquellos que le dieron un premio por defender los derechos civiles, porque sólo alguien como él puede ser considerado profeta y Judas al mismo tiempo.

Pero lo cierto es que su larga carrera de 60 años le ha abierto las puertas de innumerables paraísos. La última, la del Nobel de Literatura más inesperado de la historia, fiel a su estilo ni se presentó a recogerlo.

Retrató como nadie todo un sentir popular vinculado a un movimiento del que él mismo ha renegado. Un artista de olfato único para los cambios de era que después de un año como este, puede que esas letrasn vuelvan a estar vigentes.