Los socialistas son unos criminales, gritó San Abascal el facha en la plaza de toros de Vistalegre, en Madrid, sacando a sus líderes ante el gentío venido de toda España en autobuses que cruzaron la patria en peregrinación para poder cantar a coro, jaleado el personal por los teloneros Iván el montero, Rocío la monástica y sonrisa de carámbano, y Javi el intelectual deslenguado y trolero, yo soy español, español, español. Ay, en serio, miren qué nudo se pone aquí. Digo aquí, sin más, sin entrar en detalles.

La sacada de huesos del dictador Franco de su tumba ha dado munición a esta tropa, y fue en ese contexto cuando el líder acusó al PSOE de criminal. Rugió la grada, versión plus ultra. Se lo pasan pipa. Los dirigentes del club extremo se juegan su futuro, eso de seguir en el lío y chupar del bote que tanto critican. Hay que echar carnaza a los fieles.

El partido del tío de la mula o exagera, escupe barbaridades, miente a sabiendas, crispa, lanza fuego, sangre y bilis, divide, odia, enfatiza y eleva el humo y la nada a categoría de programa político - donde no hay referencias a educación, sanidad o economía -, o no se come un colín. Está inventado. Es como el perrito chico, que ante el grande se pone chillón y da por culo. Las imágenes de un recinto a rebosar han saltado a los telediarios, y ayer las tertulias matinales trataban de digerir el pastelazo. Pero ellos, los jefes del club, saben, y muy bien, que el sueldo les va en sacar leones a la pista. En este contexto Pablo Motos y sus hormigas han invitado a Santi a divertirse en el plató. ¿Operación blanqueo del fascismo? No, operación decadencia de san Abascal. Tiene cojones que, viendo las orejas al lobo, un caballero español tenga que rebajarse a hablar con insectos.