La dirección del aeropuerto de Ibiza espera poder disponer el próximo verano del aparcamiento ampliado para aeronaves privadas, un proyecto previsto durante el año 2016 que ha sufrido varios retrasos por el hallazgo de restos arqueológicos en el lugar de las obras, situado en la zona más próxima a la carretera de ses Salines y el núcleo urbano de Sant Jordi.

Hace ya varios años que desde la terminal obligan a los pilotos de muchos de estos aviones particulares a desalojar la plataforma de estacionamiento debido a la falta de plazas y el aumento de la demanda. Los jets deben desplazarse entonces a otros aeropuertos y esperar a que sus pasajeros les reclamen para volver a Ibiza.

Conforme al calendario

Con esta obra, que se desarrolla en una superficie de alrededor de 80.000 metros cuadrados, el aeropuerto dispondrá de 58 plazas para estos aviones (también se incluyen los aerotaxis, los vuelos del aeroclub y los aviones de emergencias sanitarias y de bomberos).

La directora del aeropuerto, Marta Torres, explicó a Diario de Ibiza que el calendario que maneja AENA (organismo que gestiona los aeropuertos) contempla que la obra concluya «antes de que se inicie la temporada» de 2019. «En teoría», añadió, «y teniendo en cuenta que puede haber problemas por la climatología y otros imprevistos, nuestro plan de trabajo es que [antes del verano] la ampliación esté funcionando y tengamos una ganancia en operatividad en la plataforma».

Torres recordó la demora en el proyecto con motivo del hallazgo y la gestión posterior de los restos arqueológicos, y también apuntó a que han tenido que paralizar ciertos trabajos en horario nocturno para no molestar a los vecinos del aeropuerto.

En concreto, detalló que han sido principalmente obras de demolición de estructuras en la zona de obras. «Hay determinadas tareas que pueden ser más ruidosas y que estamos intentando que finalicen antes de las diez de la noche para no molestar a los vecinos». La directora de las instalaciones de es Codolar matizó, no obstante, que esta limitación no ha afectado al desarrollo del conjunto del proyecto. «Mantenemos el calendario», insistió Marta Torres a preguntas de este diario.

En marzo de 2016, la institución insular aprobó la evaluación de impacto ambiental del proyecto en unos terrenos de 80.000 metros cuadrados para permitir el estacionamiento de 58 aeronaves.

En enero de un año más tarde, el Ministerio de Fomento dio el visto bueno definitivo al Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA) del aeropuerto ibicenco, que incluía ya de manera definitiva el proyecto de ampliación de esta plataforma, presupuestado en 16 millones y que debía iniciarse ese mismo año para finalizar en 2019.

Restos romanos

El problema es que en noviembre de ese mismo año, días después de que se pudieran iniciar por fin los trabajos, los operarios descubrieron otro tipo de elementos históricos, pero en esta ocasión datados en el Bajo Imperio Romano, de alrededor del siglo IV d.C.

Las obras se paralizaron de inmediato. Se acordó acotar la zona en la que se hallaron los restos y se avisó a los responsables de Patrimonio del Consell para que visitaran el terreno.

Siguiendo las indicaciones del departamento de Patrimonio de la institución ibicenca, se llevó a cabo un «análisis geotécnico con georradar en la zona con el objetivo de delimitar el alcance de los restos», informaron entonces desde el Consell.