Opinión | Para empezar

Cambiar las leyes para seguir navegando

No aprendemos. O no queremos aprender. El Club Náutico Ibiza se ha quedado sin sede porque la Autoridad Portuaria, obligada por la normativa actual, sin capacidad de maniobra, ha concedido la explotación provisional de sus instalaciones casi centenarias a una entidad privada. Y ayer en el Parlament balear se volvió a poner en evidencia de quién es la culpa, por qué la náutica recreativa y un bagaje social y deportivo tan profundo están en peligro, aunque sólo de momento. Son los políticos los que pueden cambiar la normativa (por ejemplo, la Ley de contratos del Estado) para garantizar que en todos los puertos de interés general se garantice un espacio para los pequeños amarristas, para los amantes de la vela tradicional y del mar en general; que acumule vivencias y anécdotas de aquellos que, a pesar de no disponer de demasiados recursos económicos, no pueden vivir sin navegar, sin sentir el olor a salitre, el empuje del viento.

La iniciativa parlamentaria (no citaré partidos porque los que hoy no demuestran altura de miras ayer no fueron capaces de elevar la vista más allá del interés partidista) incluía tres puntos para el admirable y necesario propósito de proteger la náutica social. Finalmente se aprobó un texto que no incluía lo más importante: la petición ante el Gobierno de España de un cambio legal para salvarla del voraz apetito de la iniciativa privada. Y podemos aspirar a ello desde la premisa de que por encima de las decisiones de la APB está el legítimo interés de los dueños del suelo portuario: los ciudadanos.

Mención aparte merecen los responsables ministeriales que esta semana le aseguraron a la diputada Milena Herrera que el «marco jurídico es suficiente para garantizar que los clubes náuticos obtengan concesiones». Y que «las autoridades portuarias deben ser receptivas a la elaboración de pliegos de concesión en los que se valore la labor social y deportiva por encima de los criterios económicos». Parece un mal chiste. Si todo eso es cierto, ¿qué ha pasado? ¿De quién es la culpa de que el CNI esté haciendo las maletas?

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