El anuncio del gobierno de Boris Johnson de aplazar la desescalada en Reino Unido hasta el próximo 19 de julio supone un tremendo mazazo para el castigado sector turístico de Ibiza. Los hoteleros y los empresarios confiaban en que, a estas alturas, los británicos serían ya libres para viajar fuera de su país sin someterse, a la vuelta, a las cuarentenas obligatorias que convierten en prácticamente imposible pasar en el extranjero unos días de vacaciones. Sin turistas británicos, la planta hotelera de la isla no conseguirá arrancar. Ahora mismo, a solo diez días del final de junio, están abiertos poco más del 10% de los negocios hoteleros y su ocupación no llega a la mitad.

La patronal databa para estas fechas la apertura a gran escala de los hoteles, coincidiendo con el semáforo verde del Reino Unido para España o al menos para Balears. Pero Johnson, en una decisión que desde el mundillo empresarial se achaca a motivos más políticos, de estímulo económico interno, que sanitarios, ha arrojado un jarro de agua fría sobre las esperanzas de los empresarios ibicencos. Pese al buen ritmo de la vacunación en Gran Bretaña, mucho más avanzado que en España, y a la situación epidemiológica de las Pitiusas, con una incidencia por debajo de la media española y con pocos hospitalizados y contagios nuevos, el Gobierno británico prefiere que sus ciudadanos no se muevan de su país por el momento.

En la decisión del premier del Reino Unido habrá pesado la necesidad de compensar las pérdidas económicas por la pandemia. Si los ciudadanos pasan sus vacaciones en su propio país, ese dinero se queda en Gran Bretaña. Aunque conociendo a los británicos, más de uno estará dispuesto a posponer su descanso estival hasta que se le permita viajar a Ibiza, porque si algo no perdonan los ciudadanos del Reino Unido son sus vacaciones en un entorno soleado.

Ibiza no es el único punto del mapa nacional que ha recibido el golpe del anuncio del aplazamiento de la desescalada en el Reino Unido. Desde la costa levantina, andaluza, catalana y también desde Mallorca llegan los lamentos por una decisión que amenaza gravemente las economías de estos lugares turísticos.

En el caso de Ibiza, el daño es especialmente grave puesto que el turismo británico sigue siendo, y con diferencia, el principal contingente turístico que recibe la isla. Así lo recordaba esta semana Ana Gordillo, presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Ibiza y Formentera (Fehif), tras el varapalo de Londres. Gordillo avanzaba que, aunque otros mercados emisores están funcionando muy bien, alemanes, holandeses, italianos o españoles no llenan ni de lejos la cuota del mercado británico.

Entre los lugares que más van a resentirse de esta ausencia de turistas del Reino Unido destacan es Canar y Cala Llonga, en Santa Eulària, y Sant Antoni, con un modelo turístico basado casi de forma exclusiva en atender los gustos y las demandas de los visitantes británicos. De este nuevo golpe -de los muchos que está recibiendo el turismo ibicenco (en Formentera, al depender básicamente de italianos y españoles, las cosas marchan mucho mejor), a causa de la pandemia- la isla y el sector deben extraer algunas lecciones, algunas de ellas ya sabidas, aunque no llegan a corregirse. Cuidado con depender excesivamente de un único mercado. La diversificación que se ha iniciado desde hace unos años, con acciones promocionales en otros países por parte del Consell y de los ayuntamientos, se contempla ahora como obligada. Cuanto más se abra la isla a todos los mercados posibles, tanto de Europa como de otros continentes, menos castigo sufrirá en caso de que alguno de ellos entre en crisis.

Ahora mismo, ante la delicada situación del sector turístico en Ibiza, las administraciones deben volcarse en apoyar a empresarios y trabajadores para intentar por todos los medios evitar cierres empresariales y pérdida de puestos de trabajo. La economía no solo pitiusa, sino balear, con una caída de cerca del 20% en el primer trimestre de este año, necesita oxígeno en forma de ayudas económicas para sobrevivir y mantener la actividad hasta que la actividad turística se normalice de nuevo.

Diario de Ibiza