Premio Nacional de la Crítica | Ben Clark Poeta

Ben Clark: «Es un momento estupendo para ser poeta joven»

El autor ibicenco, galardonado el pasado 13 de abril con el Premio Nacional de la Crítica por 'Demonios', considera que "en estos momentos estamos viviendo en España la edad de oro o de plata de la edición de poesía"

El poeta ibicenco Ben Clark en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, ciudad en la que reside actualmente.

El poeta ibicenco Ben Clark en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, ciudad en la que reside actualmente. / I.M.

Maite Alvite

Maite Alvite

«Abrumado y feliz». Así se siente Ben Clark después de recibir el pasado 13 de abril el Premio Nacional de la Crítica por ‘Demonios’. No acaba de creerse que antes de cumplir 40 años (los cumple en junio) la Asociación Española de Críticos Literarios le haya otorgado este prestigioso galardón.

Es el segundo ibicenco en obtenerlo, el primero fue Antoni Marí en 1989 por ‘Un viatge d’hivern’.

¿Ha cambiado algo de su vida o de la de ‘Demonios’ desde que el 13 de abril le otorgaron el Premio Nacional de la Crítica?

Hablando con la editorial (Sloper), lo que se ha visto es que el libro se ha vuelto a pedir y está teniendo un segundo lanzamiento incluyendo una faja (que indica que es Premio de la Crítica de poesía castellana 2023), que siempre ayuda un poco. La verdad es que estoy muy contento con que ‘Demonios’ se vuelva a mover. Como se edita tantísimo en España, incluso poesía, parece que al año siguiente de salir el libro ya va quedando un poco en el olvido y este tipo de reconocimientos son muy positivos porque permiten que la obra tenga una segunda vida. Por otra parte, con motivo de este premio me han invitado a dar varias charlas. Por ejemplo, el 7 de junio tendré el honor de dar una conferencia para cerrar el curso del máster de Escritura creativa de la Universidad de Salamanca en el aula magna de Teología.

¿Qué significa para usted recibir este reconocimiento, que no tiene dotación económica, pero sí mucho prestigio?

Hay que destacar que es un premio que lo otorgan los críticos y, por tanto, que tiene cierta independencia de otros círculos. Desde luego, para mí representa un reconocimiento muy inesperado, sobre todo por dos cosas: Por un lado, porque se ha concedido a un libro publicado con una editorial, Sloper, que no es muy grande, que es de Mallorca y que no tiene la fuerza que puedan tener Visor o Pre-Textos. Por otro lado, obtener este galardón con menos de 40 años es una cosa que me abruma y que me hace sentir un orgullo como ibicenco y una gran satisfacción por las muchísimas horas dedicadas a la escritura y a trabajar el poema.

Ben Clark en una lectura poética de 'Demonios' en Málaga.

Ben Clark en una lectura poética de 'Demonios' en Málaga. / Fernando Bonilla

De todos los premios que atesora, entre los que está el Hiperión o el Loewe de Poesía, ¿es el que más ilusión le hace?

Todos hacen ilusión en su momento, pero la gran diferencia con éste y con El Ojo Crítico es que, como son dos premios a los que no te presentas, no estás pensando en ellos ni están pendiente de que se fallen. Cuando el sábado por la mañana me enteré del Premio Nacional de la Crítica yo estaba en mi casa haciendo zafarrancho. Era algo que no me esperaba. Lo mismo me pasó hace diez años cuando estando en Ibiza me llamaron para decirme que había ganado El Ojo Crítico de RNE. Ni siquiera sabía que mi libro (‘La fiera’) podía optar a eso. Son dos galardones que me causan mucha alegría porque son premios a libros ya publicados y reconocimientos a un trabajo que ya está hecho.

Creo que también le ha alegrado mucho que le nombraran socio de honor de la mítica Cuesta de Moyano de Madrid...

Sí, es un lugar mítico que a mí me encanta. Siempre lo frecuento cuando voy a Madrid. Me gusta pasar tiempo investigando lo que hay y comprar libros. Que te nombren socio de honor, como todos los reconocimientos, es una muestra de cariño. Al final, estar cerca de los libreros es estar cerca de un eslabón fundamental de la industria cultural del libro y creo que para los autores es una alegría tener este contacto con los libreros, porque son los que al final manejan esta cosa que fabricamos con tanto cariño.

¿Qué implica ser socio de honor?

Supone entrar en la nómina de los autores y de las personas que ellos han querido destacar. Es una manera de apoyar también este espacio y es una forma, además, de crear una comunidad. Los socios de honor de la Cuesta de Moyano, a los que este año se han sumado, por ejemplo, la escritora Irene Vallejo y el crítico Ignacio Echevarría, al final lo que hacemos es un acompañamiento mutuo, los libreros nos acompañan a nosotros y al revés.

Este reconocimiento se anunció el 23 de abril, cuando usted estaba celebrando Sant Jordi en Barcelona firmando ejemplares de ‘Demonios’ en la caseta de Sloper. ¿Cómo fue?

Bien, estuve firmando en la caseta de Sloper y también llevé los libros de mi sello, Isla Elefante. Era mi primer Sant Jordi en Barcelona y fue una experiencia muy positiva. No llovió, hubo mucha gente y mucho jaleo, pero es lo que toca.

¿Qué tal va su sello editorial?

Va muy bien. Hemos sacado ya catorce libros, salen ahora dos más para después del verano y todo 2025 está ya prácticamente planificado. Estamos trabajando con una distribuidora muy buena y tenemos las obras colocadas a nivel nacional muy bien. El foco lo hemos puesto en la poesía joven, no de manera exclusiva, pero sí estamos intentando centrarnos en los autores y las autoras que tienen un primer libro o que han publicado poco. La verdad es que es una gran satisfacción, porque lo que intenta hacer Isla Elefante es una labor de acompañamiento, que yo he sentido a veces, no siempre, que faltaba en el caso de editoriales un poco más grandes, como puede ser Hiperión o como Visor, que tienen mucho volumen de trabajo y tampoco pueden dedicar tanto tiempo a los escritores. Nosotros, de momento, intentamos que los autores estén involucrados en el proceso de creación del libro, en la edición, en la maquetación ... y que tengan conocimiento de cómo va su obra en todo momento. Eso al final es una información que el autor agradece porque siente que tiene más control sobre una cosa que siente como algo muy íntimo y que le ha llevado mucho esfuerzo.

¿Cómo ve ahora el panorama de la poesía? Parece que se está viviendo un momento de pluralidad y de innovación.

Sí, ahora estamos en un momento de mucha pluralidad y de mucha traducción también, con muchas editoriales pequeñas editando en todas las lenguas del Estado. Esto está haciendo que haya una gran variedad en cuanto a poéticas y estilos y que haya editoriales que se estén especializando en un determinado tipo de autores, por ejemplo, en jóvenes, en mujeres, en autores que se dedican a temática LGTBI o que escriben en lenguas diferentes al castellano. Otra cosa a destacar es que hay una gran interconexión, las editoriales están muy al tanto de lo que hacen las demás y hay un trasvase de autores. Sinceramente, estamos en la edad de oro o de plata de la edición de poesía en España porque tenemos ahora mismo muchísimas editoriales y mucha calidad. Creo que todo esto arrancó a principios del siglo XXI, hacia el 2005 o 2006, que es cuando empezaron a surgir editoriales distintas a las clásicas, y ahora estamos en un momento de efervescencia. Realmente no se me ocurre mejor momento para ser un poeta joven y tener la oportunidad de publicar sin pasar por los premios.

Las nuevas tecnologías tienen mucho que ver en esta efervescencia...

Sí, la tecnología ha posibilitado que sea más fácil imprimir, maquetar y, luego, más sencillo promocionarse a través de las redes sociales; y ha permitido que proyectos relativamente pequeños logren una visibilidad bastante amplia. Lo positivo es que todos los pasos que ante se daban a través de empresas y agencias ahora se están haciendo prácticamente desde la individualidad. Lo negativo es que todos nos estamos autoexplotando, porque hay muchas editoriales que son microempresas, que hacen un trabajo muy bueno pero con pocos recursos, porque trabajan una o dos personas que realizan todas las tareas: seleccionar, editar, maquetar y promocionar.

"Las librerías cada vez están dedicando más espacio a la sección de Poesía"

A pesar de este momento álgido, ¿diría que la poesía sigue vendiendo poco?

Depende de lo que consideremos poco. Yo creo que ahora vende más que nunca porque estamos hablando de muchas editoriales y, dentro de ellas, algunas con autores que venden mucho. Que venda poco es muy relativo, depende de con quién se compare, si lo hace con la narrativa siempre va a vender poco, pero si se compara con las ventas históricas de libros de poemas, estoy seguro que estamos en el momento en que más poesía se vende. Es verdad que se publica mucho y, por tanto, cada libro quizás no vende tantísimo, pero si tenemos en cuenta todo lo que sale y que de todo se va vendiendo algo, y en algunos casos bastante y en otros se cubren los gastos del libro, yo diría que es mucho. Y desde luego lo que se ve es que las librerías le dan cada vez más espacio. Antes la sección de Poesía estaba como arrinconada y perdida y ahora, poco a poco, va adquiriendo una presencia porque los libreros también ven que, sobre todo, a los jóvenes les interesan otros jóvenes que escriben. Insisto en que es un momento estupendo para ser poeta joven.

¿Está trabajando ya en algún nuevo poemario?

No, estoy con algunos poemas sueltos y dejando reposar un poquito la escritura. Iré confeccionando algo según lo sienta. No tengo prisa ahora por meterme en otra cosa, sobre todo, porque aparte de todas las alegrías que me ha dado ‘Demonios’, también es verdad que el trabajo de edición con otros poemarios me quita un poco ese gusanillo.

¿Entonces, ahora está volcado por completo en la edición?

Sí, pero cuando llegue la escritura será imparable. Es lo bueno que tiene, que cuando uno se siente con ganas de escribir realmente tiene que dejarlo todo para centrarse en crear poesía, que va surgiendo de los sitios más inesperados. El otro día vi un documental en Netflix sobre el Homo naledi y escribí un poema que me gusta mucho.

"Tenemos que trabajar no solo para cambiar la imagen de Ibiza sino también la realidad de la isla"

En mayo se cumple un año del fallecimiento de Antonio Gala, de cuya Fundación es patrono. ¿Cómo le gusta recordarlo?

Pienso en él a menudo y lo recuerdo como lo que era, una persona increíblemente inteligente, atenta, que cuidaba muchísimo la interacción con los demás. A pesar de que uno se imagina a Antonio Gala como alguien con un gran ego, la realidad es que era muy generoso y atento con la persona que tenía delante. También lo recordamos los miembros del patronato de la Fundación a través de nuestro trabajo y la labor que hacemos con los residentes, que es lo que él hubiera querido.

Hace unos cuantos años que dejó Ibiza para vivir en la Península. Viendo cómo están las cosas en la isla, ¿se arrepiente de su decisión?

Me marché a finales de 2017 y no me arrepiento de haberme marchado. Tengo mucho amor por la isla y muy poco amor por la especulación que se da en ella. Creo que la situación es cada vez más difícil, más compleja. También es importante decir que la reputación que se está ganando Ibiza en diferentes lugares no es buena. A medida que pasan los años la imagen que tiene la gente de la isla en otros sitios está cada vez más ligada a los excesos y el despilfarro bárbaro, no solo de dinero sino de recursos naturales y todo para que unos cuantos privilegiados que no tienen que vivir aquí todo el año lo disfruten. Yo intento transmitir otro mensaje y que el nombre de Ibiza se asocie a la cultura, pero, desde luego, tenemos que trabajar, no solo para cambiar la imagen, que es importante, sino para cambiar la realidad de la isla.

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