La segunda jornada de la I Diada de sa Patata no contó con mucho público pero sí con el entusiasmo de sus organizadores, la Colla de Puig d´en Valls, que cocinaron pasteles de patata, otros dulces, cocas de pimiento y delicias varias para vender y recaudar así fondos para sus actividades. Además, varios artesanos del barrio y otros invitados de la colla Portmany de Sant Antoni también acudieron a la cita en el molí de s´Olivera para mostrar los delicados mantones de pagesa y los fuertes cestos que confeccionan durante horas y horas de trabajo.

Las actividades programadas se retrasaron un poco por falta de público pero Yolanda Costa, presidenta de la colla, confía en que la afluencia aumente de cara a próximas diadas «cuando se vaya conociendo más y vaya cogiendo fuerza como un encuentro con un elemento tan importante para la gastronomía ibicenca como es la patata». «Queremos darle continuidad porque al producto local hay que darle la relevancia que tiene», subraya.

Puig d´en Valls no es una zona especialmente famosa por su cultivo de patata pero la colla se decidió por este tubérculo para crear una fiesta propia. «Nosotros no tenemos ballades de pou como otras colles que tienen una fuente, así que en una reunión pensamos en hacer una fiesta de la patata y, poco a poco, fueron saliendo ideas y ha dado para mucho al final», explica Costa. Es una de las colles con menos número de miembros y esperan que esta fiesta también contribuya a dar a conocer sus actividades y aumentar su número.

La fiesta contó también con una xacota pagesa con Vicent Frit y la proyección del corto ibicenco ´La guerra de las patatas´, rodado por Vicent Torres en 1997.

Los vecinos aprovecharon para comprar verduras de Ibiza en un puesto de producto local y también se interesaron por la artesanía de Antonio Boned, que cumple 82 años el 30 de abril. Él confecciona varias artes de pesca tradicionales en desaparición como la gambina, «para atrapar meros, sargos y alguna langosta» y los morenells, «especiales para la morena, el congrio y la anguila», asegura. «Lo que entra ahí normalmente no sale», dice el artesano con una sonrisa, mientras termina de confeccionar un cesto de ramitas de sabina y juncos, que da un enorme trabajo. Tiene las manos bien curtidas ya que fabrica estas piezas desde hace quince años, cuando se jubiló y pudo dedicarle tiempo. «Esto es algo que hace cada vez menos gente porque necesita muchas horas. Hay que buscar el material, limpiarlo, hacer las tiras y después hacerlo, hace falta un día de trabajo para cada pieza», dice Boned, que recuerda que precisamente hoy se va a dar sepultura a uno de los mejores en este arte, Joan Pujolet, que acaba de fallecer.

La esposa de Boned, Catalina Ribas, también es artesana. Comenzó a coser tras jubilarse y confecciona mantones para sus hijas y nueras pero ahora también para quien le encarga.

A su lado, María Torres Bonet, de Puig d´en Valls, explica con detalle a quien le pregunta los usos de los elementos que muestra en su puesto. «Este es un mantón para traje blanco, este es de noche y esto es una pieza para el traje de gonella», explica. «Todo da muchísimo trabajo, especialmente el fleco del mantón, pero para quien lo sabe hacer bien no tiene complicación».

A pesar del día de sol, las rachas de viento a punto estuvieron de llevarse por delante los toldos que protegían del sol a los artesanos y más de uno hubo de inventarse alguna solución para que aquello no terminase por los aires.

La colla también preparó una rifa con regalos que contó con la colaboración de numerosas empresas de la isla.