Está lejos de lograr sus objetivos, pero no es un producto mediocre de los que se liquidan con un término despectivo y rotundo. Es, de hecho, inferior a la ópera prima del director Dani de la Torre, que debutó con la prometedora 'El desconocido' (2015), si bien logra en parte recrear en toda su parafernalia la Barcelona de los años veinte, una ciudad sumida en el caos del pistolerismo y de la anarquía. Es más, llama la atención poderosamente por sus hechuras de película de elevado presupuesto que cuida con celo la ambientación y el vestuario y que ha reunido un reparto español realmente llamativo. Cuida, en suma, los aspectos ornamentales y la estética de la época, intentando y a veces consiguiéndolo, dar una sensación de poderío y de clase.

Con claras referencias de todo tipo al "Padrino" de Coppola, especialmente a una tercera entrega que tiene un final más que parecido, y valiéndose de elementos que también aparecían en 'La verdad sobre el Caso Savolta', dirigida por Antonio Drove en 1980 y localizada en la misma época, De la Torre intenta reconstruir la fisonomía urbana y política de una ciudad marcada por el caos y la corrupción. Un caldo de cultivo que permite que los enfrentamientos y los tiroteos estén a la orden del día. La situación es tan extrema que desde Madrid se ha enviado a un policía, el comisario Verdaguer, más conocido por Aníbal el Vasco, con el fin de desarbolar la banda de ladrones que robó un tren de la capital. Lo que, en suma, pretende es cambiar dinero por información.

A pesar de que la envoltura es bastante convencional y no llega a captar la esencia de una urbe que ha experimentado un súbito incremento del anarquismo, que se enfrenta a las fuerzas del orden como vía de acceso a la revolución, hay en la trama datos históricos y personajes reales, entre ellos Martínez Anido, que fue gobernador civil de la Ciudad Condal. Lo más frágil de la cinta es la historia de amor, forzada y gratuita, de Sara y el Vasco.