Esto es lo que se suele llamar una ocasión perdida. Posiblemente en el resultado haya influido decisivamente el hecho de que el director, Trevor Nunn, no dirigía desde hace más de20 años, en concreto desde que realizó ‘Noche de reyes’ en 1996.

El caso es que esta adaptación de la novela de Jennie Roonie ha desaprovechado cosas de tanto peso como los orígenes de la bomba atómica y la presencia en el reparto de una actriz de la dimensión de Judy Dench.

Los defectos fluyen de una frágil exposición de los personajes de más entidad, que no han estado a la altura de las circunstancias. Lo más curioso es que la cinta se hacía eco del hecho de que la autora de la novela se inspiró en un personaje real, Melita Norwood, una científica y funcionaria pública británica que fue acusada de revelar secretos a los rusos durante cuatro décadas, gracias a que estaba empleada unas instalaciones que investigaban la creación de la bomba atómica.

A la postre, sin embargo, las opciones de la película para interesar se ceñían a su suerte para mezclar el cine de espías, el drama bélico y el romance, una operación que no ha salido como se pretendía y que rompen buena parte de su armonía. Y menos mal que en la parte final La espía roja mejora un tanto sus prestaciones y consigue que fluya un ligero pero apreciable y loable anhelo. Son los instantes en que se produce la increíble detención de Joan Stanley, una antigua miembro del MI5, el servicio secreto del Reino Unido, acusada cuando acaba de jubilarse, de facilitar información esencial para hacer realidad la bomba atómica.

Contada mediante vueltas atrás, que nos llevan a los años treinta y cuarenta, hay momentos, también, para el amor de la mano de su aventura con un ciudadano ruso. Pero su mejor contribución a la historia reside en que lo que pretendía la protagonista al convertirse en espía no era fruto de su inexistente ideología comunista, sino porque quedó conmocionada por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y pensaba que sí todos los países disponen de los mismos secretos, el mundo sería un lugar más seguro.