No es solo el amor a la naturaleza, aunque esa circunstancia está presente en todo momento en las imágenes, lo que define esta película, una hábil combinación de drama rural, cine de aventuras y relato familiar, sino que es fundamental, asimismo, la belleza de un entorno que permite que el espectador entre de lleno en lo que está viendo. Se deja sentir en todo momento la condición de documentalista del director, Nicolas Vanier, que es artífice de una filmografía que nutren nada menos que siete largometrajes de este género y solo dos largometrajes de ficción, Loup (2009) y Belle y Sebastian (2013).

Su trabajo tras la cámara aporta una dimensión profundamente humana a los personajes, un factor que consolidan el veterano François Cluzet, al que todos recordarán en Intocable, y el pequeño Jean Scandel. Gran parte de la cinta está vista a través de los ojos del huérfano Paul, que acaba de superar su gran trauma de sortear el enorme muro que lo mantenía encerrado y que impedía que gozara de la libertad cuando es adoptado por una simpática y fogosa campesina, Celestine, la esposa del guardabosques. Para el muchacho es como nacer de nuevo, ya que descubrirá un mundo radicalmente distinto al que había conocido, en el que la fascinación le llega por dos vías, la de los numerosos y preciosos animales que se mueven por todo el entorno que le rodea y los deslumbrantes colores del bosque en el que ha encontrado su pasión.

Con estos alicientes, Paul va creciendo al mismo tiempo que estrecha sus lazos de amistad, en primer término con el solitario, huraño y a la postre entrañable Totoche, que se instaló años atrás en el bosque que constituye su razón de ser, y en segundo plano con Celestine, que ejerce de madre adoptiva.Para Paul será decisivo el contacto diario con Totoche, que le sumerge en un decorado que ha dado un nuevo sentido a su vida. Y aunque se produce algún pequeño desfallecimiento en el relato mediado el mismo, coincidiendo con la llegada del Conde viudo, que es el propietario de parte de un lugar tan idílico, aún queda tiempo para recuperar el encanto