Vive en parte de las rentas de ese mundo de magos y de hechicería que puso de moda Harry Potter y aunque dista mucho de lograr parecidos objetivos, puede interesar a un auditorio de niños y adolescentes ávidos de este tipo de relatos. Le falta brillantez y dinamismo en las imágenes y no crea unas dosis de obligado suspense. El origen de la historia es la primera entrega de la serie de novelas de John Bellairs, con ilustraciones de Edward Gorey, adaptada por Eric Kripke y dirigida por Eli Roth, un realizador que ha llegado a este público después de entregarse durante algunos años al cine de terror adulto ('Cabin fever', 'Hostel' y 'El infierno'). Eso sí, ha contado con un reparto mucho más llamativo y con un presupuesto más elevado, aunque saca poco partido de una Cate Blanchet que nunca se siente a gusto con el personaje. Las riendas del relato las lleva Lewis Barnavett, un muchacho de 10 años que está atravesando momentos muy difíciles tras la muerte de sus padres en un accidente. Para colmo de males su futuro está vinculado obligatoriamente a su tío Jonathan, un tipo que no parece sentir demasiado cariño por su sobrino y en cuya casa de Michigan se ve obligado a instalarse.

Aunque parezca mentira las cosas se ponen peor, sobre todo cuando Lewis comprueba, al entrar en su nuevo y misterioso hogar, que su tío es en realidad un brujo que está intentando introducirlo en su universo. De todos modos, lo que más le inquieta y preocupa es ese sonido de un reloj que suena constantemente y que tiene un origen desconocido. A partir de este momento los factores que definen la brujería se imponen y asistimos a un desfile de criaturas ciertamente insospechadas que causan el pánico y el estupor de Lewis al irrumpir de forma inusitada en la casa. La cinta tiene un reducido toque de comedia, lógico estando detrás el actor Jack Black, que trata de encauzarse mediante la rivalidad entre los brujos, con Jonathan y su vecina, Zimmerman, desatando a las fuerzas del mal, y con la figura del joven protagonista, un émulo de Sherlock Holmes.