Han sido muchas veces relegados de la élite de los grande maestros del cine cómico, quedando muy a menudo al margen de las figuras indiscutibles de la época muda y de comienzos del sonoro, como Charles Chaplin, Mack Sennett, Harold Lloyd y Buster Keaton, entre otros, pero a pesar de ello su categoría y su sentido del humor han superado todos los intentos por devaluar su figura.

'El Gordo y el Flaco, como se conocía en España a Stan Laurel y Oliver Hardy, han pasado por ello, con letras de molde a la historia en mayúsculas del séptimo arte y ahora, por vez primera desde una perspectiva rigurosa y documentada, nos llega esta combinación de homenaje y biografía, centrada en los últimos años de su actividad profesional, tan merecida como digna. El director Jon S. Baird, que por su edad no los vio en persona pero que se ha inundado de su buen hacer y de su comicidad a través de un legado fabuloso, ha elaborado un largometraje ejemplar, que retrata la inmensa humanidad de los dos actores en momentos no especialmente felices de su actividad.

Para dar una idea de la magnitud de la herencia profesional de Stan y Oli, que así se les llamaba en Hollywood, basta decir que en el periodo que abarca desde 1927, el año del nacimiento del cine sonoro, y 1950, realizaron más de 107 apariciones cinematográficas (con 32 cortometrajes mudos, 40 cortos sonoros, 23 largometrajes y 12 cameos). Un auténtico arsenal al alcance de los aficionados que deja constancia de su indiscutible magisterio como un dúo cómico genial e imperecedero. La película escoge, como telón de fondo de la época más delicada del conjunto de su trayectoria, la que viene marcada por la gira que llevaron a cabo por el Reino Unido en 1953, la que supuso el nivel más bajo de su popularidad, y por unos teatros casi vacíos, que estuvo a punto de poner fin definitivo a toda una etapa gloriosa de un humor delicioso e irrepetible.

Y es que, aunque muchos la tildaron de una comicidad ingenua y demasiado simple, estaba trabajada y perfilada hasta el último detalle. Con una ambientación impecable, y un tratamiento ejemplar de los personajes, la cinta adquiere la verdadera dimensión que anhelaba: mostrar la auténtica efigie humana y profesional de los protagonistas.