No es una comedia excelente y hasta podría decirse que cabía esperar algo más de lo que ofrece, pero también hay que reconocer que tiene momentos algo inspirados que, por lo menos, permiten mantener el nivel durante sus dos horas de metraje.

En base a ello la cinta ingresa en el club del entretenimiento, un logro que hay que atribuir, sobre todo, a los dos protagonistas, la bella Charlize Theron, que no olvidemos conquistó el Oscar a la mejor actriz por su labor en Monster y que ejerce también de productora, y un Seth Rogen que ha ido escalando puestos en Hollywood empleando para ello el ascensor de la comedia disparatada, con títulos que le han dado popularidad como ‘Malditos vecinos’, ‘Tres reyes malos’ y ‘Juerga hasta el fin’.

El factor más discutible es el romántico, que no aporta la química necesaria, al menos en la dimensión que exige el caso, para que la relación de pareja tome cuerpo. Aún así, hay cosas que conviene elogiar, tanto el tratamiento de los personajes fe-meninos, que escapan del cliché al uso y que denotan una visión muy puesta al día del empoderamiento de la mujer, como la fuerza de un vigor sexual que desprende una intensidad que en este ámbito está justificada.

Son datos que permiten que nunca se malogre la coherencia del guión, que tiene como principal objetivo la credibilidad de un hombre y una mujer que están en casi todos los aspectos en las antípodas y que, a pesar de ello, acaban uniendo sus destinos.

Ella, Charlotte Field, es una destacada política estadounidense, nada menos que la secretaria de Estado, que aspira a convertirse en el futuro en la presidenta de su país, en tanto que el, Fred Flarsky, es un periodista de poca monta que no ha encontrado todavía su lugar en la sociedad. Pero cuando se reencuentran casualmente, años después de que ella fuese su niñera, algo muy íntimo se desata entre ambos, aunque poco tengan en común