Robert Hawkins (Boston, 1948) es uno de esos artistas que consiguen vivir de su obra entre París y Formentera. Llegó a la isla a principios de los años ochenta y desde entonces no ha parado de interpretar, paisajes y personas, que ha llevado a sus lienzos.

Pero si algo ha evolucionado desde entonces es el tratamiento de la luz, con la que logra ambientar la escena convirtiéndola en el efecto protagonista.

En esta ocasión presenta 13 lienzos, de gran y mediano tamaño, en la sala del Centro 'Gabrielet' en Sant Francesc, hasta el próximo 26 de octubre. Explica que la iniciativa de la exposición sale de la propia conselleria de Cultura, que le ofreció el espacio para que pudiera mostrar sus obras y así mantener la actividad de este centro cultural en tiempos de Covid: «Y yo soy fácil de convencer», dice entre risas.

Si algo distingue a Hawkins como artista, además de la calidad de sus obras, es su gran capacidad de producción. No para de pintar. Allí donde esté, en París o en Formentera, aprovecha cada momento. Se documenta con fotografías o con dibujos que toma del natural y luego trabaja en su estudio.

Explica que las obras de mayor tamaño que expone las ha pintado en París. El tema que trata en esta ocasión son los árboles, de diferentes especies, desde higueras hasta eucaliptos. El juego de sombras y luces siempre es determinante en su trabajo.

El espectador podrá descubrir espacios conocidos y rincones que le sumergen en las luces del anochecer: «Hay luces muy sutiles en esta isla y se pueden pintar de muchas maneras», dice.