María Murnau es Feminista Ilustrada, y al revés. Con 28 años, esta joven sevillana graduada en Ciencias Audiovisuales se ha convertido en un referente en la lucha feminista gracias a sus ilustraciones y textos cargados de humor, que han revolucionado las redes sociales. Este lunes, a las 18 horas, ofrecerá una conferencia con motivo del Día Internacional de la Mujer en el Club Diario y firmará su nuevo libro, esta vez sin ilustraciones, 'Manual para incendiar el paraíso'.

¿Cómo surge Feminista Ilustrada?

Mientras estudiaba Comunicación Audivisual, por eso me metí a hacer un máster en género. Fue ahí cuando me di cuenta de que, a pesar de que era un tema de gran importancia, existía una división entre lo que se hablaba en el mundo académico y lo que llegaba a la calle.

¿A qué se refiere?

En clase se trataban muchos temas que afectan a la realidad del día a día de muchas mujeres, pero al llegar a la calle se utilizaban palabras muy rimbombantes como patriarcado o cosificación, que no llegan a la gente. Creo que es muy importante que la población entienda realmente lo que es el feminismo y el porqué de su lucha, por eso me propuse explicar los conceptos de forma sencilla y divertida. Mensajes que huyeran de la violencia y calaran, ya que el objetivo es que la sociedad se involucre.

¿Resuenan algo más ahora esas palabras?

Sí, ahora decir patriarcado no suena a friqui y se usa en muchos contextos. La misma palabra feminismo hace cuatro años tenía una connotación algo negativa... Ahora ya no tanto.

Pero sigue arrastrando una especie de estigma...

Cualquier movimiento reivindicativo tiene ese trasfondo negativo para el que no comparte su posición, ya que pone en tela de juicio todo.

¿Qué es para usted el feminismo?

Yo lo vivo como una lucha diaria en la que la implicación no tiene que quedarse en las palabras ni en llenar tu estantería de libros feministas. Es una filosofía de vida que tienes que aplicar en tu día a día, en todas tus decisiones, en lo que consumes... No se trata se estar todo el día en pie de guerra, pero sí es necesario llevar este tema a las reuniones con amigos, con familiares, a los colegios y al trabajo, y adoptar una postura firme. Si lo dejamos solo en pequeños discursos el cambio va mucho más lento.

Como los micromachismos...

No me gusta esa palabra. El prefijo micro, aunque académicamente se refiera a la violencia sexista difuminada entre nuestras culturas y tradiciones, parece que resta importancia. Son pequeños detalles, pero cuando se van acumulando son importantes. Por eso no podemos diferenciar entre unas violencias más o menos graves que otras, porque al final son las mismas.

¿Qué hace una feminista?

Primero hay que analizarse a una misma, ver el contexto y ver cómo nuestras acciones, aunque sean pequeñas, pueden contribuir al cambio. Toda nuestra educación tiene una base machista, que a su vez es la base de la sociedad, es importante aceptarlo y reconocer los síntomas en los hábitos adquirido.

¿Evoluciona la sociedad?

Se está visibilizando mucho el tema. Aparece mucho en los medios, pero también se usa como arma de manipulación. Las generaciones más jóvenes reciben mucha información. Por eso están divididas entre los mensajes feministas y la presión de los medios, con imágenes de jóvenes en poses sexis y con actitudes que no resaltan ni su capacidad de trabajar, ni su pensamiento crítico ni nada que vaya más allá del físico. A la hora de fusionar esos mensajes, [las jóvenes] se confunden y les venden un empoderamiento femenino basado en la imagen, lo que significa seguir buscando la aceptación de otros.

En vez de...

Pensar en lo que una quiere y hasta dónde quiere llegar, y eliminar las trabas que la sociedad nos impone a través de la educación.

¿Como cuáles?

Por ejemplo, al acceder al mercado laboral o la cosificación que sufrimos en una discoteca. Las limitaciones están en todos los ambientes, aunque algunas pasan desapercibidas porque están integradas en la sociedad. Pero hay que aprender a verlas y a combatirlas.

¿Está de moda el feminismo?

La clase política y el propio mercado aprovechan cualquier tendencia social para su beneficio. Por eso hay que tener cuidado y ver cuándo es solamente una fachada.

¿Se están llevando a cabo políticas para favorecer la igualdad?

Habrá que darle un poco de tiempo a los políticos con tantas elecciones y bloqueos. Pero el hecho de que el PSOE, que se define a sí mismo como el partido feminista de España, haya entregado el Ministerio de Igualdad a un grupo que quizá no tenga la experiencia suficiente para afrontar ese reto, dice mucho. Es un tema muy urgente y no se está tratando como tal.

¿Es lógico seguir luchando por la igualdad en 2020?

Es un reflejo de lo lenta que va la lucha. Aunque las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, las leyes tienen que hacerse en la esfera política y deben ser más contundentes. Pero claro, ahí entra también el sistema económico, el capitalismo, y es muy difícil cambiarlo. Sobre todo cuando se basa en la propia desigualdad.

¿Capitalismo antifeminista?

El patriarcado lo es. Si las mujeres no se limitaran al cuidado de las familias en casa adoptando una actitud sumisa y reclamaran espacios de poder, el patriarcado no se sustentaría. Al fin y al cabo el patriarcado son los poderes económicos y judiciales, y son los últimos interesados en que el feminismo tenga un efecto real en la sociedad.

¿Cómo se puede luchar contra la desigualdad?

El único cambio a largo plazo viene de la educación. Aunque también habría que educar a las familias, ya que son ellas las que están criando a los niños. Y anular la presión de los medios de comunicación. Es un cambio de sistema general.

¿Qué otros proyectos tienes?

Quiero hacer la versión de Feminista Ilustrada en inglés y estoy con un proyecto que se llama 'Wonder Veggie' contra el cambio climático.