La última vez que Kiti Mánver visitó un teatro ibicenco fue para representar, en 2005, la obra 'La retirada de Moscú', de William Nicholson. Ahora regresa con 'Juntos', la versión de Juan Carlos Rubio de una tragicomedia del italiano Fabio Marra que fue candidata en Francia a varios Premios Molière en 2017. Será el sábado a las 21 horas y el domingo a las 20 en Can Ventosa.

¿Cómo desembarcó en el montaje de 'Juntos'?

La obra me la ofreció su director, Juan Carlos Rubio. Éste es el octavo montaje que hacemos juntos. Me pareció que era una función muy potente emocionalmente y que abordaba, además, temas que nos importan y nos competen a todos que tienen que ver con la discapacidad, con la normalidad y con el tema de quién es el que decide qué es normal y que no.

La obra se define como una tragicomedia.

Sí. Es uno de mis géneros preferidos para interpretar y yo creo que al público también le gusta mucho. Con la tragicomedia la catarsis se da con más fuerza porque es un reflejo de la vida, donde el ser humano puede pasar de una situación de mucha hilaridad a otra en la que se le saltan las lágrimas de emoción porque algo le está tocando directamente el corazón. Es un género que se disfruta mucho y en el que el rito del teatro se da con más fuerza.

En todos los países que se ha representado este libreto escrito por el napolitano Fabio Marra ha triunfado. ¿Cuál cree que es la clave de su éxito?

Es verdad, está teniendo un exitazo total, de hecho en Francia van a hacer la película. El otro día su autor, Marra, que es también actor y director, nos mandó fotos del estreno en Corea. Se está representando en muchísimos países del mundo y el motivo es porque toca la fibra íntima de todas las familias e incluso de la sociedad al tratar el tema de la discapacidad, que a nosotros nos gusta llamar distintas capacidades. La obra nos llega aunque en nuestra casa no tengamos a nadie discapacitado psíquicamente. Muchas veces nosotros mismos podemos ser discapacitados emocional o sensitivamente.

Eso recuerda a la frase 'todos tenemos alguna discapacidad' que dijo el ibicenco David Marqués, guionista de la película 'Campeones'.

Exacto. Es una película hermosísima que me emocionó muchísimo. 'Juntos' tiene algo que ver, pero en este caso la trama se da en el núcleo familiar. También es una obra bastante esperanzadora. Al terminar de verla te da ganas de reconciliarte con los tuyos.

'Juntos' habla también de las relaciones de familia...

Por supuesto. Toca el tema de cómo los padres muchas veces creemos que queremos a todos nuestros hijos por igual, pero la realidad diaria es otra, porque es inevitable, somos seres humanos y tenemos nuestras preferencias y más cuando hay un caso así en la familia. La mujer a la que encarno se ve abocada a cuidar de su hijo con discapacidad, que interpreta Gorka Otxoa maravillosamente, y va dejando de lado a su otra hija, que es, entre comillas, 'la normal'. La interpreta muy bien María Castro. Su personaje es el más difícil y el que cae peor al principio. La gente se siente muy identificada del lado que sea porque perciben que en su casa hay este tipo de problemas que plantea 'Juntos', aunque no haya, en su caso, una discapacidad.

Háblenos un poco más de Isabel, la mujer que interpreta.

Isabel es una mujer que se ve abocada a una vida de sacrificio y entrega absoluta a su hijo. Esa circunstancia le pone orejeras para ver otras cosas. He aprendido muchísimo de este tipo de situaciones. Muchas veces vemos por la calle a personas con capacidades diferentes que hacen cosas que serían raras para nosotros y no sabemos cómo actuar. Al haber estado inmersa en la comprensión de esto y, sobre todo, al hablar con muchos padres, madres y educadores que han venido a ver la función, me he dado cuenta de que esas personas puede que tengan una discapacidad por un lado, pero, sin embargo, tienen una capacidad inmensa, mayor que la que tiene cualquiera de nosotros, para el amor y la entrega. Hay que aprender mucho de ellos.

En el reparto, además de Gorka Otxoa y María Castro, con los que ha trabajado en otras ocasiones en cine

Sí, a Inés la he descubierto ahora, es la actriz más joven de la compañía. Tiene una vis cómica genial. En cuanto abre la boca la gente se desternilla y hace un papel fantástico, es un personaje puente que aporta mucha luminosidad a la obra. La gente compra esta familia que hemos formado porque hay algo muy creíble en ella. Puede que haya un aire físico entre nosotros, pero eso es lo de menos. Cuando la química funciona sobre el escenario, se multiplica por mil y sale como un cañón de luz hacia el público.

¿Sigue siendo el teatro su medio favorito?

Sí. Me encanta el cine y la tele, pero mi medio más natural es el teatro, forma parte de mi vida de una manera un poco especial. Eso creo que tiene que ver con el hecho de que es en directo, lo que lo hace inigualable. El rito teatral con el público ahí es lo más antiguo que ha inventado el ser humano para conocerse, criticarse, reírse de sí mismo e investigar, es como la base de nuestro conocimiento.

¿Cómo se prepara un papel?

Siempre trato de documentarme muchísimo y en muchas ocasiones pienso en alguien que conozco externo a mí y me fijo en su manera de comportarse, de hablar y de moverse como una guía para preparar el personaje y comprenderlo muy bien psicológicamente.

¿Se le pegan los personajes?

A veces, no mucho. Recuerdo que en '¡Ay Carmela!' me pasó un poco. Se te pegan los personajes durante el tiempo que estás haciendo ese papel y bienvenido sea ese pegamento porque sirve para comprenderlos más, pero luego hay que bajarse de la nube. Pero hay cosas de ellos que está bien que se te peguen para toda la vida. A mí los personajes siempre me enseñan cosas. Cuando encarnas un papel en el teatro durante un tiempo, como en el caso de 'Juntos', es inevitable que algo se te quede, sobre todo si eres un actor emocionalmente implicado. Muchas veces para aprender de un personaje chungo, al principio te defiendes mucho diciendo 'yo no soy tan hija de puta', pero luego indagas y te das cuentas que el ser humano tiene dentro un volcán de cosas y que justamente está en el libre albedrío y en la sensatez no sacar lo chungo que tenemos, que sí existe y está ahí dentro.

¿Cuál ha sido el papel que ha supuesto un mayor reto para usted?

Quizás la obra de teatro, que está en cine también, escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio 'Las heridas del viento', en la que hago de hombre.

Se llevó un Goya como mejor actriz de reparto con la película 'Todo por la pasta', de Enrique Urbizu. ¿Cambia mucho la vida tener un cabezón en casa?

Es una gozada tenerlo, por supuesto, pero cuando me lo dieron fue en los primeros años que se concedían estos premios y los Goya no tenían la proyección ni la importancia que tienen hoy en día como el máximo reconocimiento que se puede conseguir en el cine español. De hecho no salí en ninguna foto. Lo que pasa es que tenerlo en tu currículum y en tu casa es maravilloso, eso no me lo quita nadie, aunque no me reportara trabajo inmediato ni nada de eso.

¿Ha rodado con directores tan reconocidos como Pedro Almodóvar, Álex de la Iglesia, José Luis Garci o Manuel Guitérrez Aragón. ¿Cómo es trabajar con ellos?

He trabajado con gente impresionante. Cada uno tiene su puntito y de cada uno de ellos he ido aprendiendo algo. He apreciado más la importancia del trabajo de los directores según me iba haciendo mayor. Fue a raíz de hacer precisamente 'Todo por la pasta' con Enrique Urbizu, que cambió mi manera de relacionarme y comportarme con los directores. Urbizu me hizo ver que yo tenía una idea demasiado preconcebida de lo que era un personaje, tenía tanto celo de llevarlo todo tan estudiado que me estaba pasando trescientos pueblos. Me lo comentó de tal manera que vi la luz. Mi carrera cinematográfica no es súper espectacular porque no tengo muchos papeles protagonistas pero, sin embargo, he tenido la enorme suerte de hacer secundarios con muchas luz de los que el público se acuerda. El ego lo tengo cubierto con el teatro, donde hago protagonistas. Soy de las afortunadas, de las privilegiadas.

¿Qué le ha aportado trabajar con Almodóvar?

Lo hice en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios' y en su primera película 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'. Ya lo conocía de antes, de la época de los cortos. Fue maravilloso en aquella época estar a lado de una persona tan talentosa, tan osada y divertida que contaba cosas que no se atrevía a contar nadie. Lo hacía, además con un rigor en el trabajo que no lo tenían muchos otros directores considerados más intelectuales. Fue una experiencia magnífica. Sabías que todo lo que ese señor emprendía iba a provocar algo y así ha sido. Solo hay que ver la cantidad de premios increíbles que se está llevando con su última película ('Dolor y gloria'), aparte de que los actores, como Antonio Banderas, están fantásticos. Yo lo pasé muy bien con Almodóvar. He tenido con él una relación muy familiar. Todo lo que proponía era tan interesante y divertido que lo único que tenías que hacer era poner las antenas y tener las orejas bien abiertas. Hay mucha gente que se sabe mis personajes con Almodóvar de memoria, es increíble. Es como la teoría esta de que no hay personaje pequeño, que tres frases pueden ser una luz.

¿Cómo ve el panorama actual cinematográfico, televisivo y teatral?, ¿mejor o peor que hace veinte años?

Peor. No me refiero al talento, que en España es inmenso, sino a la enseñanza y la cultura, que han dado un bajón horroroso en nuestro país. Lo que pasa es que sigue saliendo gente, que consigue, a pesar de todo, tirar para delante con proyectos increíblemente buenos, pero las ayudas a la cultura han retrocedido. Además, se han inventado esa mentira de que los actores somos millonarios a los que nos subvencionan. Cualquier empresa de nuestro país se lleva infinitamente más dinero de lo que pueda llevarse todo el cine español, así que eso es una gran mentira. Hay que proteger la cultura, incentivarla, ayudarla y quererla porque es una de las cosas más importantes, aunque no sea algo inmediato como la sanidad o la educación. Un país culto es un país que progresa.

Aunque no abundan los papeles para mujeres de más de cincuenta años, su carrera no ha experimentado un bajón, mas bien al contrario...

Yo he tenido mucha suerte porque he contado con el teatro, un medio donde todavía hay un poco más de posibilidades de papeles para mujeres de edad. Además, he tenido una manera de plantearme mi profesión en la que no me ha importado interpretar cosas muy pequeñitas.

¿Queda mucho para alcanzar la igualdad en su profesión?

Es cierto que se escriben muchas menos historias protagonizadas por mujeres, pero hay ciertas guionistas y directoras increíbles que están abriendo el camino, como Leticia Dolera e Isabel Coixet. Vamos luchando, pero hay mucho por conquistar todavía. Se ha conseguido avanzar un poco pero no es suficente, hay que buscar un poco más la igualdad.