Sólo cinco paneles recuerdan en ses Coves Blanques a Eusebi Estada, un ingeniero clave para la historia de Balears y que ideó ese innovador, en su tiempo, faro de Sant Antoni. Además, '100 anys Eusebi Estada', montada en el patio exterior, sólo permanecerá abierta hasta el 30 de noviembre, apenas una semana. Demasiadas prisas: hace sólo una semana, el Consistorio se enteró del interés de Ports por exponerla en Sant Antoni.

El gerente de Ports de Balears, Pedro Puigdengoles; el alcalde de Sant Antoni, Josep Tur, y la representante pitiusa del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos balear, Sara Lobato, inauguraron ayer la muestra sobre este ingeniero mallorquín. Lobato explicó que Estada aportó cambios muy significativos en el diseño de los faros, especialmente porque modificó sus condiciones de habitabilidad. En el siglo XIX, los torreros vivían allí con sus familias, y si bien cada una tenía su propia vivienda, compartían pasillos, lavabos, cocina y otras estancias, lo que ocasionaba continuas peleas. Estada cambió ese diseño y otorgó a cada familia no sólo un dormitorio, sino también baños, cocina y accesos independientes, lo que diferenció el faro de ses Coves Blanques (1897) de los que hasta la fecha había en las Pitiusas, como los construidos por Emili Pou.

No fue el único cambio que introdujo Estada, que sustituyó el techo plano visitable (que provocaba problemas de estanqueidad) por cubiertas con pendientes a cada lado de la casa.

La diminuta exposición está compuesta de una decena de imágenes de proyectos firmados por Estada, como los faros de Llebeig (en la isla de sa Dragonera) y de Punta de l'Avançada (Pollença), calcos del de ses Coves Blanques. También se recuerda el papel que el ingeniero jugó en la demolición de parte de las murallas de Palma. Lobato subraya, en ese sentido, que fue «un visionario, como Ildefons Cerdà en Barcelona con su Eixample». Estada demostró la «inutilidad estratégica» de parte de esas murallas y las deplorables condiciones sanitarias en las que vivía hacinada la población en su interior, pues soportaba una densidad «excesiva». Le hicieron caso en 1902, cuando empezó a ser derruida. Y eso es lo que quieren los ingenieros de Caminos ibicencos, que se les haga caso.