La imagen de Margarita Kinsberger colocando carteles en los escaparates de los comercios con una enorme sonrisa está a punto de pasar a la historia. Lleva treinta años haciéndolo: organizando, promocionando y peleándose para hacer un hueco a la música clásica en la agenda cultural de la isla: «He tenido que pagar muchas cosas de mi bolsillo, pero no me arrepiento -dice con su dulce y complejo acento alemán-. He ganado mucha felicidad, sobre todo al ver cómo mucha gente ha aprendido a comprender y amar la música clásica», explica.

El primer concierto que organizó fue en 1988 en el Puig de Missa, el mismo lugar que ha elegido para cerrar el círculo, tres décadas después, en 2018, a punto de cumplir los 88 años. «Muchos ochos», ríe. Será el sábado a las 20.30 horas con entrada libre. Un recital del clarinetista David Wolf y el organista Fritz Walther, que interpretarán piezas de Bach, Messiaen, Mozart y Strawinsky. «Una bella despedida», dice.

Pero volvamos a 1988, o mejor a 1974, el año en que ´la Kinsberger´, como se la conoce en el mundillo musical, descubrió Ibiza: «Fue un flechazo -cuenta-. Llegué de vacaciones con mi hija, que tenía 16 años, que se convirtió enseguida en una flower girl. El ambiente de la isla, de los bares de la época, era precioso. Platja d´en Bossa estaba aún virgen. Era un paraíso. Ese mismo año encontré mi apartamento en Siesta, con ayuda de mi hermano».

Pero su pasión por la isla no le hizo olvidar otra: la pasión por la música clásica: «Pronto eché a faltar la cultura musical de mi ciudad de origen, Darmstadt, y pensé que podía hacer algo por la música en la isla. ´Margarita no será Margarita si no cambia esto´, me dije».

El primer concierto

El primer concierto

La primera oportunidad le llegó en 1988, con la excusa del 65 cumpleaños del famoso tenor Sándor Kónya, que vivía en Ibiza tras su retirada y después de 16 años como estrella de la Metropolitan Opera de Nueva York: «Fui a ver al alcalde Vicent Guasch y le dije: ´Tienes una iglesia fantástica, magnífica para hacer conciertos, por qué no hacemos uno de música clásica´. Fue muy amable y se ofreció a pagar el viaje de las intérpretes». Fueron la flautista Elke Beno y la viola Annette Marguerre, también de Darmstadt. Primero tocaron en la iglesia y después en el jardín de la casa de Sándor Kónya. Poco después inauguraban también la sala Sa Nostra de Vila, junto a la violinista Susanne Marguerre. La semilla estaba plantada.

Kinsberger cogió carrerilla y empezó a organizar conciertos, primero uno al mes, luego hasta dos o tres cada mes en verano. El proyecto fue creciendo y en 1995 decidieron crear la asociación Pro Arte, primero con Kónya como presidente de honor y, a la muerte de éste, con otro entusiasta promotor cultural, el hotelero José Colomar. Con ese sello y con muchas ayudas, sobre todo la de la pianista Elena Kolesnikova a la hora de traer a cantantes y músicos de la Ópera de San Petersburgo o La Scala de Milán, han organizado durante décadas cientos de conciertos: «No sabría decir una cifra, pero son muchísimos -valora Kinsberger-. Y tengo mucho que agradecer al Ayuntamiento de Santa Eulària, pero también al resto, al Consell y particularmente a Joan Marí Tur, a Fomento del Turismo, a la Fundación Abel Matutes, que ha pagado siempre carteles y programas, a Sa Nostra, a Ocaso por los patrocinios... También a los curas, por supuesto. Hemos tocado en todas las iglesias, los he conocido a todos».

En este tiempo ha cumplido varios sueños. El primero, montar un ciclo de ópera en la isla. De hecho levantó dos: Las ´Nits d´Òpera´ que se celebraron en el Claustro del Ayuntamiento de Ibiza durante una década, entre 1999 y 2010, y después las ´Galas de Ópera´ en el Palacio de Congresos de Santa Eulària, cinco años más. «Esos fueron los años de oro», rememora. Por ellas pasaron grandes cantantes internacionales, como las sopranos Sylvia Geszt o Teresa Verdera, los tenores Fausto Tenzi o Carlos Cosias, o el barítono Carlos Daza, entre muchos otros y siempre con Kolesnikova al piano. «Fuimos tirando de ellos como perlas en un collar. Venía uno, le gustaba y animaba a otro...».

El Teatro España

El Teatro España

Otro sueño fue organizar el primer concierto de música clásica en el Teatro España de Santa Eulària, aunque ya había hecho algunos pequeños, para turistas del Imserso, antes de la restauración del edificio, con muebles de su casa y velas como iluminación: «Algo que hoy está prohibidísimo...», ríe de nuevo.

También recuerda el primer concierto con la pianista ibicenca Elvira Ramón en la iglesia de Sant Carles, los recitales a favor de Manos Unidas, que tantas alegrías le han dado, o los conciertos de Navidad: «He disfrutado mucho, he conocido a mucha gente, los ibicencos me aceptan y me quieren, he ayudado a difundir la música, qué puedo decir... He ganado mucho para mi vida».

Todo este trabajo, además de felicidad le ha reportado dos premios, que guarda con la misma ilusión que cuando los recibió, el Importante de Diario de Ibiza en 1996 y el Xarc del Ayuntamiento de Santa Eulària en 2012.

Ahora se retira por edad y su delicada salud, pero no por cansancio: «Ibiza me sigue dando toda la energía que necesito», afirma. Espera que la planta siga dando frutos y que otras iniciativas, como el ciclo que ha comenzado este año organizado por el violinista Linus Roth -«el gran Linus Roth»- tengan éxito. «Creo que ya tengo una sustituta -desvela- y yo seguiré aportando mi experiencia y mis ideas. Y seguiré sentada en la primera fila de los conciertos disfrutando de los progresos de los músicos ibicencos».

El concierto de mañana en el Puig de Missa es una buena oportunidad para darle las gracias.

Lugar: Puig de Missa de Santa Eulària. Precio: Entrada libre. Horario: Sábado 6 de octubre a las 20.30 horas.