­Alicia Antonia Crosa ha visto de todo después de treinta años elaborando estudios psicológicos forenses de presos que habían cometido todo tipo de delitos. Esta psicoanalista (Buenos Aires, 1943) ha resumido en las poco más de 70 páginas del libro ´Porque te quiero te aporreo. Violencia en los vínculos´ todo lo que ha aprendido a lo largo de una dilatada trayectoria profesional y las conclusiones que extrae de su experiencia con personas «normales» y con otras que han pasado todos los límites: ha trabajado durante treinta años en las cárceles de Buenos Aires y asegura que fue la primera psicóloga clínica del servicio penitenciario.

La violencia entre personas vinculadas afectivamente centra el libro de Crosa, que lo presentará el martes a las ocho y media de la tarde en el Club Diario de Ibiza. La violencia de género ocupa gran parte de la obra de esta psicoanalista que se declara freudiana y que advierte de que ante todo «hay que revisar algunas estructuras de crianza que son prehistóricas y que están destinadas a destacar la hegemonía del hombre como género respecto de la mujer»: «Considero que es la misma mujer la que genera al macho y que está dado por la condición materna», sentencia, consciente de que esta reflexión sobre el papel de las madres como transmisoras de roles es una opinión que puede levantar muchas críticas entre expertos en violencia de género.

La supremacía del hombre

Crosa disecciona la violencia con bisturí: analiza ese caldo de cultivo anclado en una mentalidad patriarcal ancestral y que se retroalimenta continuamente mediante instituciones o patrones sociales y que mantiene a la mujer en un segundo plano mientras el hombre monopoliza el poder y la autoridad en todos los ámbitos. Esta psicóloga culpa especialmente de la discriminación femenina al «capitalismo salvaje», que parte de que «hay una supremacía y diferenciación del hombre respecto de la mujer»: «Esta ha perdido su lugar de mérito para convertirse cada vez más en una hembra al servicio de un usufructo especulativo de su cuerpo. Esto está muy favorecido por el comercio, la publicidad, la propaganda, por todas estas cuestiones que tienen que ver con el dinero y el poder».

La autora sostiene que «todas las instituciones [como la Iglesia] han tenido que ver con esto al objeto de facilitar la supremacía del hombre respecto de la mujer».

La mujer es doblemente víctima en este desigual reparto de papeles: «A la mujer le cuesta mucho situarse frente a una cuestión tan establecida, tan estructural, como es que es el hombre el que va primero», agrega Crosa, que se muestra especialmente crítica con el hecho de que las culturas occidentales sigan sometidas a estos prejuicios y no los hayan superado.

El «desdén de la condición femenina» sirve al hombre para reafirmarse como «macho»: «Al hombre se le dice maricón, se le devalúa cuando no muestra esa rudeza que se espera que tenga. El hombre se ´defiende´ de ser maricón siendo macho y ¿a quién hace objeto y víctima de su machismo? pues a una mujer. Cuanto más macho sea, más hombre va a ser», añade.

Crosa considera fundamental que la mujer que soporta malos tratos por parte de su pareja tome conciencia del problema, ya que a menudo se niega a admitirlo, «lo que la hace más expuesta y vulnerable»: «La violencia familiar ha sido científicamente ignorada por años, ocultada por sus víctimas y negada por los agresores. La mujer maltratada muestra gran tendencia a optar por permanecer con el maltratador, acomodándose a sus demandas».

La psicóloga advierte de que su obra no tiene nada que ver con un libro de autoayuda y que las mujeres que sufren malos tratos necesitan tratamiento psicológico profesional. «Es posible que al conocer sus mecanismos [de la violencia] puedan tomar conciencia sobre los enormes riesgos de vida que corren y así armar una defensa a tiempo», expone la autora en la conclusión.

Crosa alerta de que la violencia psicológica, como no deja las secuelas físicas de los golpes, «pasa más desapercibida» pero «no por ello es menos insana»: «Provoca en la víctima un estado de vilo y tensión de alerta sobre la seguridad personal muy nociva para su salud debido a la ansiedad extrema», escribe. El resultado de este proceso es que la víctima es cada vez más «temerosa y dependiente», su autoestima disminuye más y, paradójicamente, aumentan sus sentimientos de culpa, que le crean «una gran pasividad frente a su problema».

La psicoanalista, que también es especialista en pánico, sostiene que el agresor suele tener resistencia al tratamiento y en muy pocos casos lo sigue por voluntad propia, por lo que considera que hay que centrar los esfuerzos en tratar a la mujer que sufre los malos tratos para que salga de ese círculo de violencia y no vuelva a caer en él.

Extractos del libro

El libro ´Porque te quiero te aporreo. Violencia en los vínculos´ está editado por Proa Amerian Editores y se presenta en España en el Club Diario el martes.

DESAMOR HACIA UNO MISMO

El error de intentar «ser a la medida de los demás»

«Ser a la medida de la pareja, ser a la medida de los padres, de los amigos, del otro o de los otros, siempre es un acto de desamor para consigo mismo, ya que se le confiere a los demás el poder de decidir cuán querible es uno. Esto es justamente ofrecerse como objeto de violencia».

«¡Mal nos va a ir si en exclusivo depende de otro nuestro bienestar!».

LA ALARMA: ALGO VA MAL

Los problemas en una relación se traducen en diferentes síntomas

«El sufrimiento es un aviso mental de que algo está mal. También el estar inactivo, con cansancio constante, abúlico, descuidado físicamente y sin ganas de hacer cosas para uno. O no poder concentrarse a la hora de motivarse para leer. O sentir ansiedad y no poder hallar el camino para aplacarla. También padecer de insomnio o de hipersomnia».

EL ENEMIGO AL LADO

Es preciso conocerse y conocer al compañero

«Se necesita conocerse (no hay humo sin fuego) y saber con quién se está al lado. Que en muchos casos... puede resultar ser el enemigo».