Permítanme la licencia, el juego, la diversión. El humorista Goyo Jiménez se ha sentado en la silla de Órbita Laika, el programa que se toma a la ciencia tan en serio que la sirve con mucha gracia y retratándola desde su cara más alegre y divertida, de ahí el juego de echar mano de La gaya ciencia, el alegre saber, de Friedrich Nietzsche, para hablar de este programita que antes presentaba Ángel Martín.

Estrenó la temporada el martes, y con nuevo decorado y plató. La primera invitada fue Eva Hache, cuya sonrisa siempre noto tan falsa, tan del momento, tan fingida, como el rubio de bote con que ahora se ha teñido su corto pelaje. Pero estas son manías y cosas de uno. Nada que ver con Órbita Laika , que también contó con un coco eminente y privilegiado, Stephen Hawking.

La nueva generación es la apostilla con que se presenta el espacio, cuyo plató es una nave. Me gusta que no esté Ángel Martín. Me gusta porque el anterior presentador deja en sus trabajos, en casi todo lo que hace, un exceso de pasotismo, como si él estuviera aquí y el mundo, incluida la propuesta del programa, a años luz. Está bien ser desapegados, quizá descreídos e irónicos, pero a veces, y es lo que sentía viendo al ex de Sé lo que hicisteis, que hacía un favor al mundo presentando Órbita Laika.

Cargado de secciones, por ellas pasan científicos dispuestos a acercar la ciencia a quienes la vemos como algo ajeno a la vida debido a que nuestra experiencia pedagógica fue un ir a por el aprobado raso. En realidad es fascinante, y secciones como Física de lo cotidiano -en- vueltos en radiación del Big Bang, las palomas fueron decisivas a la hora de detectarla procedente del origen del Universo-, o Explícaselo a mi abuela lo confirman. Con Goyo, la ciencia es gaya.