Opinión | Desde la Marina

Con la casa a cuestas

Se veía venir. El ‘caravaning’. A falta de techo, no quedaba otra que seguir el ejemplo del sufrido caracol, viajar con la casa a cuestas. Pero no nos equivoquemos. Si no son caravanas, serán tiendas de campaña de quita y pon. Hoy aquí y mañana allí. La isla puede convertirse en un bonito paisaje de asentamientos, de campos okupados, con K de kilo. El problema es que, en este laberíntico tema de la vivienda, como en muchos otros, no acabamos de entender que el enemigo lo tenemos dentro, que son situaciones que nosotros mismos hemos creado. Hace demasiado tiempo que vivimos al día, al límite, cortoplacistas. Sin la más mínima estrategia a medio y largo plazo. Y al final, sucede. El globo que hinchamos más y más nos explota en la cara. Cuando uno ve en estas páginas las fotografías cenitales de las caravanas, parece que está viendo uno de esos campos de refugiados que nos dan las televisiones. ¡Tremendo! Me pregunto si sabremos salir del laberinto que estamos creando. Me pregunto qué isla tendremos en unos años si no rectificamos. La deriva empieza a preocupar. Y peor será si no preocupa. Y ojo a la que se avecina, porque el ‘caravaning’ puede tener un efecto llamada: «Si no tenemos hotel, iremos a Ibiza con caravana».

Sorprende, por otra parte, que ahora se opte sin más por el desalojo. ¿A qué invitamos al personal? Quienes vienen a trabajar –y necesitamos que vengan-, si no tienen techo, tienen que buscar soluciones imaginativas. No hay otra. Mientras no tengamos las viviendas que necesitamos, habrá que plantearse si cabe aceptar, aunque no nos guste, estas acampadas temporales en determinadas ubicaciones. Pero no de cualquier manera. El ‘caravaning’ tiene condiciones, reglas y leyes. Lo que no puede ser es que las caravanas se instalen al tun tun donde les deje, con tarifa libre, el propietario de turno. Sin las necesarias medidas de seguridad, servicios e higiene. Y en espacios que no están autorizados.

De momento, más que culpar al que instala la caravana, lo que hay que hacer el multar al propietario que se aprovecha del río revuelto. Con el verano en puertas, la situación tiene bemoles. Para variar, no hemos previsto lo que podía pasar. ¿No teníamos sobrados avisos? Ahora, por la imprevisión, toca el parcheado nuestro de cada día. ¡Lamentable!