Opinión | Para empezar

Bienvenidos a nuestra pesadilla

Cuando alguien vuelve de vacaciones de sitios como Tanzania o República Dominicana, una de las impresiones con las que regresa es el contraste entre esa recreación del mundo perfecto que es el interior de los resorts turísticos -un paraíso impoluto donde no existe el polvo ni la arruga ni el óxido, donde todo es inmaculado- y la realidad del país tras este escenario, con las chabolas con techo de chapa, la ropa tendida en la calle, las infraviviendas y el retrato real de la sociedad, donde hombres y mujeres tratan de sobrevivir y apañárselas, y cuyo único sustento es lo que sacan del turismo. En fin, cosas que pasan en el tercer mundo, solíamos decir. La de cosas chungas que se ven viajando, en fin… Bueno, pues esta realidad ya la tenemos aquí. El proceso de degradación, de cuesta abajo sin frenos, de pauperación continua e inexorable, ha llegado y nos ha explotado en la cara. Nos hemos convertido en nuestra pesadilla. Una realidad que es un fracaso colectivo como sociedad y que debería abochornarnos a todos. Nadie tiene excusa. Los que gobernaron antes, porque es claro y evidente que su política fue un fracaso. Los que gobiernan ahora, porque es claro y evidente que no tienen ninguna intención en arreglarlo. Y todos y cada uno de nosotros, por ser partícipes y cómplices de esta vergüenza.

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