El director Álex de la Iglesia estrena este viernes 'El Bar', su nueva película en la que explora los límites del terror en un espacio cerrado y con la que aborda el problema del terrorismo, que "enseña la fragilidad del bienestar" en la sociedad actual.

"Ahora en cualquier momento un camión pueden entrar a saco en un puesto callejero y morir gente, el terrorismo nos enseña esa realidad, la fragilidad del bienestar. La cercanía de esa muerte que evitamos, ese pensamiento de 'la muerte es eso que les pasa a los demás'", ha comentado en una entrevista con Europa Press el cineasta.

En 'El Bar', Álex de la Iglesia vuelve a contar con algunos de sus rostros habituales como Terele Pávez o Mario Casas, acompañados de un reparto coral con Blanca Suárez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jaime Ordóñez, Joaquín Climent o Alejandro Awada, entre otros. Inspirado en el mítico bar madrileño 'El palentino', la historia comienza cuando en un día normal, los clientes habituales del establecimiento no pueden salir debido a un aparente ataque terrorista.

"Mi idea era contar las cosas de manera llana y coloquial, huyendo de lo pretencioso, para que el espectador se diera cuenta de que el infierno puede estar en un bar de barrio a las diez de la mañana un día soleado", ha apuntado, tras recordar que los "culpables" de este infierno no son ni el terrorismo ni la crisis. "Uno se engaña a sí mismo, pero el miedo nos muestra quienes somos realmente: yo soy el terror", ha criticado.

Pávez, que da vida a una propietaria algo quisquillosa con sus clientes, habla del reflejo de "una psicosis" en una sociedad que "vive cosas de fantasía". "Es muy tremendo poner la televisión y encontrarse con gente cada vez menos simpática y que están temiendo que les quiten algo. El miedo te hace ver todo sospechoso", ha lamentado la actriz.

El miedo y el humor negro

Precisamente, la televisión ocupa una parte importante de la película, cuya información en ocasiones "genera desconcierto". "La película da muchas respuestas a preguntas que nos hemos hecho, en especial de esas cosas que no han ocurrido y nos hacen creer que sí o, al contrario, se han tapado", ha explicado Machi, que da vida a una ludópata asocial.

"También es un reflejo del Estado en el que vives, cómo alguien se da cuenta de lo solo y desprotegido que está. Da mucho yuyu, no puedes confiar en los poderes fácticos, hay corrupción...la película es un espejo en el que se ve cómo los ciudadanos sienten mucho miedo", ha señalado la actriz.

El humor negro vuelve a estar presente en el largometraje, marca habitual del cineasta vasco. "A veces te estás riendo pero piensas, madre mía...está bien para descansar y que sirva de vía de escape", ha apuntado Pávez. En esta misma línea, Jaime Ordóñez (un particular mendigo) cree que el público "agradecerá esas boyas" de humor negro para escapar de "la tensión".

Dos meses de rodaje ‘tenso’

Doce horas encerrados en un decorado, todos los días durante doce meses, supuso llevar esa tensión también al plató. "La historia habla del límite que el ser humano puede soportar y colocarse en ese lugar es complicado. Como actores, también hemos estado al límite", ha reconocido Blanca Suárez. De la Iglesia ha afirmado incluso con humor que "el clima del rodaje se parecía al que se ve en la película".

A pesar de estar inspirado en 'El Palentino', el rodaje en este local fue "técnicamente imposible" y se tuvo que optar por un decorado con piezas que pudieran moverse. "'El Palentino' es un local arquetipo, muy feo y muy desagradable, pero a la vez muy confortable. A mi me gusta que pidas un café o una porra y nadie quiera agradar ni busque ser tu amigo", ha concluido.