La película pone de manifiesto las graves consecuencias que acarrea en un país como Perú, que atraviesa una situación económica muy delicada, las especulaciones que lleva a cabo un capitalista norteamericano, Oliver Campbell, que trata de resolver una vieja deuda del gobierno peruano con una solución que representa para él un enorme negocio, una tarea en la que colabora con él un amigo nativo, Ricardo Cisneros.

Las cosas van encauzándose como Oliver pretende, ignorando de forma deliberada las consecuencias que ello provoca en una sociedad sumida en la miseria y en los recortes. Un caso que sale a la luz con dos casos más que reveladores, el de una mujer, María, que trata de encontrar al cirujano que opere a su madre de una dolencia muy grave, algo muy complicado en el país, y el de un agricultor de los Andes que no está dispuesto a desprenderse de su bien más querido, sus propias tierras, que sirven de alimento a su familia. Aunque esta última historia está un tanto desbordada con el drama del hijo pequeño del clan, no se llega a devaluar el sentido de la misma.

El final, posiblemente, está algo idealizado en lo que concierne al comportamiento de Oliver, que comprende con demasiada lucidez lo que poco antes no entendía en absoluto, si bien permite mostrar las claves de una política norteamericana que fue sintomática durante muchos años en Latinoamérica.

Es un debut encomiable y más que digno que a pesar de no culminar de forma perfecta los diversos frentes que abre el guión sí sabe aportar a los fotogramas la dimensión humana y real que exigía para certificar su credibilidad. Se trata de la opera prima del cineasta norteamericano Barney Elliot, que trabajó intensamente en este proyecto que fue seleccionado por la prestigiosa Residencia de Escritura del Festival de Cannes y que le permitió rodar su primer largometraje después de haberse hecho un nombre en el mundo del corto con dos títulos multipremiados, True colors y Último recurso.

De esta forma se abrió paso a una coproducción entre Estados Unidos, Perú y España, producida por el propio protagonista, Stephen Dorff, que nos acerca a la realidad del país andino con inestimables aciertos.