Se mueve por un terreno esquilmado, el de los exorcismos, y lo hace siguiendo las pautas inamovibles de la especialidad, combinando el producto religioso con el de terror y sin aportar ni un solo ingrediente original que suponga una novedad. Es más, su único y relativo aliciente es que ha sido rodado en el lugar en el que se desarrollaron los hechos, en Rumanía, en una bella zona repleta de monasterios, aportando al respecto un llamativo paisaje. Es, por ello, inferior a la película que el mismo director, Xavier Gens, dirigió a renglón seguido, 'La piel fría', pero que en España ya hemos visto. Un relato también terrorífico que desprendía un toque entre siniestro y misterioso.

Quinto largometraje del cineasta galo, este thriller sobrenatural penetra en la Rumanía profunda, la de los Cárpatos y la religión vinculada a los demonios y exorcismos, de la mano de una periodista Nicole Rawlins, que está especialmente interesada en contar lo sucedido en el supuesto homicidio de una monja, Adelina Marinescu, que murió violentamente y colgada en la cruz, algo especialmente terrible, cuando estaba en manos de un exorcista, Dimitru, y de cuatro monjas, que trataban de liberarla del demonio.

La reportera norteamericana ha convencido a su tío, director de un periódico norteamericano, para que le permita sacar a la luz un asunto que en principio a aquél no le llamaba mucho la atención. Metidos de lleno ya en la clásica trama de la investigación criminal, llega asimismo el momento del terror, apoyado en la presencia de una serie de espíritus que no parecen dispuestos a que Nicole cuente los horrores que tuvieron lugar en un monasterio.

Como es habitual, se impone la ley de silencio entre todas las personas que pueden aportar datos decisivos, obligando a la protagonista a hacer uso de sus mejores armas. Finalmente, dos testigos, la hermana de Adelina y el padre Corogeanu, se atreverán a decir la verdad. En los títulos finales se asegura que Dimitru siguió recurriendo al exorcismo hasta hoy.