No es, como suele decirse, nada del otro jueves, pero sí hay que considerarla como una relativa sorpresa porque parte de un guión ingenioso y con armas para divertir y, sobre todo, porque es solo el segundo largometraje de ficción de la directora Juana Macías, que había debutado en 2010 con una cinta, Planes para mañana, un drama premiado en el Festival de Málaga pero que pasó inadvertido por las pantallas.

Esta incursión en la comedia resalta porque aborda cuestiones muy comunes en nuestra sociedad, que están al cabo de la calle, narradas con una cierta frescura que cuenta con el eficaz respaldo de la magnífica labor de los dos protagonistas, Paco León y Alexandra Jiménez.

Las expectativas, incluso, mejoran con una primera mitad en la que las cosas funcionan bastante bien. Son los momentos en los que Fran y Alina, una pareja cercana a los 40 años que contempla, por iniciativa de ella, la posibilidad de tener un hijo antes de que sea demasiado tarde por imperativos de la edad. Y es que los espermatozoides de Fran, como le dice un ginecólogo empeñado en utilizar metáforas deportivas para definir lo delicado de su salud sexual, son pocos, vagos y anómalos.

En fin que, aunque no le entusiasma el tema, acabará aceptándolo consciente de la ilusión que le hace a Alina. Los ligeros inconvenientes de la cinta surgen a renglón seguido, cuando el relato entra en la crisis de convivencia de la pareja en aras a seguir las normas obligadas de la comedia clásica. En esta fase se pierde un tanto la empatía entre público y personajes, abriendo paso a soluciones que están bastante forzadas y que denotan un deterioro del guión.

Más aún si, como era previsible, se debe dar paso a un final obligado que no saca todo el partido deseable. Son, desde luego, situaciones que derivan en altibajos que frenan un tanto los alicientes previos. Eso sí, sin llegar a desmerecer.