Película con evidentes señas de identidad italianas, nos transporta a la región de Umbría, en donde se ha instalado una familia entregada a la apicultura que ha decidido vivir en pleno contacto con la naturaleza, alejada del ajetreo y de la contaminación de las ciudades.

Está formada por el padre, Wolfgang, que con su actitud autoritaria y su eterno malhumor no ha sabido hacerse con el cariño de los suyos, y su esposa Angélica. Y con ellos, sus cuatro hijas, tres todavía niñas pero con la adolescente Gelsomina entregada de lleno a las tareas agrícolas y de recolectoras. Sobre esta última recae, sin duda, gran parte de la responsabilidad de sacar adelante a todo el clan y de cuidar de sus hermanas. A todos ellos se une, finalmente, Martin, que han adoptado temporalmente en un programa de reinserción de niños problemáticos. Marcado por un pasado que se adivina traumático, mantiene un deliberado silencio y no invita a despertar sentimientos.

Centrada en gran medida en la figura de Gelsomina, la cinta resalta el impacto que provoca en ella la llegada a su mundo de un equipo de televisión responsable de un programa que patrocina un concurso que ofrece generosos premios en metálico y un crucero. Se advierte que en los fotogramas hay sentimiento y vitalidad, que sopla en ellos un aliento auténtico, esto se debe a que la directora Alice Rohrwacher, en el que es solo su segundo largometraje, tras Colpo celesteen 2011, ha contado una historia que es en buena medida autobiográfica y que le permite revisitar unos paisajes sentimentales y geográficos que formaron parte de su infancia y adolescencia.

No extraña, por ello, que la cinta se hiciera con el Grand Prix en el Festival de Cannes y con el Gran Premio del Jurado en el festival de Cine Europeo de Sevilla. Galardones que fluyen de un relato que denota un considerable realismo, desprende una autenticidad y una credibilidad que solo algo que es verdadero y genuino puede lograr. Por eso hay que felicitar a una realizadora y guionista que ha puesto los puntos sobre las íes en un producto casi artesanal y, desde luego, personal y con formato de fábula que conduce al público a un escenario fantasioso y mágico.