El Centro Cultural de Jesús acoge el sábado 18 de noviembre, a las 20.30 horas, el concierto que ofrecerán el pianista ibicenco Llorenç Prats Boscà y la violoncelista húngara Eszter Karasszon. En la primera parte, el dúo interpretará obras de Louis de Caix d'Hervelois, Kodály, Liszt y Gaspar Cassadó. En la segunda, tocarán diversas piezas de Manuel de Falla, como 'Fantasía ibérica'.

Llorenç Prats Boscà, nacido en 1990 en Ibiza, comenzó sus estudios musicales en Ávila. En el año 2008 continuó estudiando en el Conservatorio Superior de Salamanca, donde obtuvo el premio fin de carrera de su promoción. En 2015 finalizó su máster en la Academia Franz Liszt de Budapest, donde continúa sus estudios de doctorado. Ha dado conciertos en España (por supuesto en Ibiza, concretamente en el Palacio de Congresos), Hungría y Uruguay.

Por su parte, Eszter Karasszon nació en Budapest en 1992 en el seno de una familia de músicos. Entre los años 2011 y 2016 estudió, como Llorenç Prats, en la Academia Franz Liszt, donde ahora se doctora. Obtuvo el primer premio en el Concurso Internacional de Cello David Popper en 2015, en el Concurso Nacional de Cámara Dohnány en 2013, y en el Concurso Nacional de Cello Starkr János en 2008.

Respecto a Llorenç Prats, de pequeño, cuando empezó a tocar las teclas del piano, «odiaba» al austrohúngaro Béla Bartók. Pero ahora, quién sabe si seducido por el sabroso gulash o por el ambiente musical que se respira en Budapest, le fascina. A aquel delgado chaval que con siete años empezó a estudiar música en Ávila -la ciudad adonde se mudó su madre, Joana, para ejercer de profesora- y al que las partituras del húngaro se le atragantaban, jamás se le pasó por la cabeza que acabaría siendo un incondicional de su música y que, incluso, serían sus paisanos húngaros los que pulieran su estilo. Prats concluyó sus estudios de máster en la prestigiosa Academia Franz Liszt de la capital húngara, adonde llegó hace tres años tras obtener el premio fin de carrera de su promoción en el Conservatorio Superior de Salamanca.«Ahora estoy obsesionado con Bach. Cuando eres un niño, lo más probable es que sus obras no te gusten al principio. Luego, que te gusten pero que no sepas por qué. Yo ahora estoy en el momento en que me gustan y creo que sé por qué me gustan», relataba el ibicenco a este periódico hace dos años. «Bach -explica Prats- es la cima de lo que puede tener la música de intelectual y, a la vez, de emocional. Él conocía, sin saberlo, cosas que demuestra la neurología. Por ejemplo, hasta qué punto están conectados los procesos matemáticos con las emociones, con la creatividad del arte. Hay que pensar en el esfuerzo mental que tenía que hacer Bach para componer», un enorme «rompecabezas», a su juicio.