La entrevista se cierra a última hora, casi sin tiempo. Iván Ferreiro confiesa que lleva un tiempo desconectado del mundo, que decidió tomarse diez días de vacaciones y apagar el teléfono: «Llevo unos meses sin parar y soy padre y tengo derecho a un poco de tranquilidad de vez en cuando sin que me deis la chapa, ¿no? [risas]».

Confieso que cometí un error. Al preparar la entrevista busqué otras en Google y tenían todas unos titulares buenísimos, así que le propongo un juego, se los leo y me dice si se reconoce o no en ellos ¿vale?

Venga, dale.

El País: «Mis mierdas también construyen algo bonito sobre mí».

Me reconozco. Claro que es algo muy corto, una frase sacada de entre otro millón de frases.

Es difícil dar profundidad en un titular. Se trata de reducir.

Claro y lo entiendo. En el fondo yo hago lo mismo al hacer canciones. A veces tengo que meter un año entero de vida en solo tres minutos y medio. Y lo de reducir es una perversión de hoy. Todos reducimos, en Facebook, en Twitter... Somos todos unos putos pervertidos.

El siguiente va un poco de esto. 20 Minutos: «Hay que ser inmoral todo el rato y reivindicar el derecho a la inmoralidad».

Me reconozco, digamos, dentro de un marco legal. Y es que haría falta redefinir la moralidad. ¿Qué es lo moral y qué es lo inmoral? y con esto no quiero hacer una comparación con los políticos, pero es que la moral va cambiando y es diferente para cada persona. Y además el arte te aporta formas diferentes de sentir y vivir.

Entonces, ¿qué es para usted la inmoralidad?

La inmoralidad más molona es no aceptar las culpas.

Este es mi preferido. El Mundo: «No quiero ser como Haneke».

Sí, sí, eso es muy importante. Es una decisión vital: No quiero salir deprimido del cine.

El cine es muy importante para usted, es una constante en sus canciones...

Que conste que Haneke me parece un directorazo, que me encanta. Tiene que ver con cómo veo la música. Creo que hacer canciones de bajona es fácil. Ojo, he hecho muchas y soy un defensor de las canciones tristes, pero lo difícil es hacer canciones alegres.

Un poco como en el cine, la comedia siempre es más difícil que el drama.

Hacer feliz a la gente es lo más difícil. Parece que si haces un disco alegre es algo superficial, pero la alegría también es profunda. Yo hago canciones tristes y alegres, aunque también depende del que las escucha. A veces hago canciones alegres y a la gente le parecen amargas.

Valencia Plaza: «En mis canciones estoy dejando un diario emocional sincero y honesto para mis hijos».

Sí, de acuerdo. No hay nada más que añadir.

¿Qué le gustaría dejar a sus hijos?

Supongo que la forma en que hago las cosas, el trabajo. Llegará un día en que se harán mayores y me preguntarán y creo que las canciones les ayudarán a entenderme, aunque no creo que les guste todo de mí.

Supongo que esta le pilló en un mal momento. Huffington Post: «Necesito descansar del puto mundo y de todos. Estoy hasta la polla».

Pues sí, era un momento de mierda, pero no lo dije enfadado. Tenía que ver con la política, con el momento que vivía este país... pero también con un momento personal. Acababa de terminar la gira de 'Val Miñor-Madrid' y necesitaba desconectar de todo. Todos tenemos derecho a estar desinformados, aunque sea un rato. Vale que hay que estar informado y ser socialmente responsable, pero de vez en cuando lo más responsable es mandarlo todo a la mierda. Deberíamos podernos dar de baja de la sociedad por temporadas. Que hubiera una casa, un albergue en el que poder refugiarnos del mundo, donde poder ser salvajes, asilvestrarnos.

La última, del blog Hereunidoalabanda: «A los 40 años uno se da cuenta de que no tiene ni puta idea».

Y a los 46 también [risas]. Tiene que ver con que la vida se reduce a muy pocas cosas, como el miedo y el control.

¿Todos tenemos miedo?

Queremos no tenerlo, pero está en el fondo de todo. Queremos tener cosas que nos quiten el miedo: dinero, trabajo, hijos, y luego nos da miedo perderlos. Cuando tienes 13 años piensas que cuando tengas, yo qué sé, 24 como tu primo, y seas mayor, ya no tendrás miedo. Y vas buscando tu hueco en la sociedad. Vas aprendiendo. Crees que algún día tendrás control sobre tu vida y te aferras a eso por miedo, pero es imposible llevar el control.

¿Y qué pasa a los 40?

Sigues haciéndote mayor y sigues sin tener control. Te das cuenta de que no tienes ni puta idea, pero está bien, funciona así. A los 40 o a los 46 sé algunas cosas más, pero sigo sin controlar mi vida y sigo teniendo miedo. No sé cuál es la fórmula.

Usted es probablemente el plusmarquista mundial de colaboraciones con otros artistas. ¿Tiene alguna sorpresa para Sueños de Libertad?

No tengo ni idea. No hemos hablado nada y todo puede pasar. Pero a veces es una putada que te inviten a cantar, porque mientras esperas te pierdes medio concierto. Que pase lo que tenga que pasar.

¿Viene a presentar ‘Casa’, su último disco, o podemos esperar algo más?

Hombre, siendo la primera vez que voy a Ibiza tendré que hacer algo más amplio, un poco de toda mi carrera. Es lo suyo.