¿Qué queda de aquellos chavales que cruzaban las vías ´amenazando´ con que iba a estallar el obús?

La ilusión, aunque en aquellos años no podíamos pensar que 35 años después Paco y yo seguiríamos dando conciertos y llenando salas.

¿Cúal es el combustible que mueve esa ilusión?

Que te guste lo que haces. Nos sentimos privilegiados por seguir haciendo música y a cambio damos todo lo que podemos sobre el escenario. Ha cambiado que ahora físicamente hay que cuidarse un poco más. Pero bueno, yo ya me di mis fiestas [risas], que no he sido ningún santo. Y las que me quedan... pero controlando.

Supongo que se conocería todos los garitos de Madrid...

... y del resto de España y parte del mundo. Acabo de terminar un libro que saldrá publicado el 23 de abril donde cuento mucho de aquella época. Es una autobiografía novelada, pero está muy divertida y no me corto nada.

Seguís llenando conciertos, ¿cómo ha cambiado el público?

Tenemos la suerte de que vienen varias generaciones. En primera fila se ponen los chavales jóvenes; detrás los que son algo menos jóvenes y los de nuestra quinta que se quedan detrás. Hay una variedad de público maravillosa y eso mola, te motiva. Al paso que llevamos juntaremos cuatro generaciones.

¿Pasó la época dorada del heavy con Obús y Barón Rojo?

Yo creo que no, pero es que ahora a los chavales jóvenes, que hay maravillosos músicos, no tienen la oportunidad que tuvimos nosotros en los 80. Me quejo de que se llenen los festivales de guiris y no den oportunidad a los grupos de aquí. Tenía que haber una ley que asegurara un mínimo de bandas locales, como en Francia. Hay grupos muy buenos que se están oxidando en los locales de ensayo, cuando donde un grupo se hace es encima del escenario. Los grupos de ahora no pueden tener una promoción como tuvimos Obús, Barón Rojo o Leño y eso me toca mucho las pelotas.

Dices que lo tuvisteis más fácil, pero no lo sería tanto 5 años después de que muiera Franco con esas letras y esas melenas.

Evidentemente. Fue muy difícil y nadie nos ha regalado nada, pero estábamos allí en el momento adecuado, con la transición, y luego se ha visto que hemos creado escuela. Todavía después de 35 años Obús sigue ahí y nos toca defender lo nuestro. Y esta lucha está bien porque no te estancas e intentas aprender cada día más. El escenario es una universidad, constantemente aprendiendo.

Y ahora que ya está bien visto llevar el pelo largo, más de 30 años después, ´Fortu´ se corta el pelo.

¡Ya va creciendo, eh! Me lo corté porque me lo tenía que cortar y encima me pagaban. Estuve tres meses en la isla de Supervivientes y entre el mar, el sol, etc, lo tenía todo quemado y parecía que llevaba una fregona encima de la cabeza. Mediaset me ofreció cortármelo y encima me pagaron, así que ¡venga, dónde está el peluquero!

Siguiendo con la isla, además de la música has explorado otros territorios bastante dispares entre sí, con mucha presencia en la tele, ¿cómo ha sido la experiencia?

Estoy muy agradecido a Mediaset por haber contado conmigo en este tipo de concursos con los que yo me identifico, porque me gustan los retos y la aventuras. Primero fue el de los saltos; yo, con casi 60 años y un vértigo de cojones... y me aficioné tanto que al acabar el concurso me federé y ahora salto en acantilados. Luego contaron conmigo para ´Supervivientes´ que para mí fue una experiencia única. Vale que es un reality y la gente va a lo que va, pero yo fui a otra: quería investigar mi cuerpo y mis límites. Lo primero siempre es Obús, pero si puedo compaginarlo con otros programas de aventura, que me llamen.