Matar al conejo interior. Al miedo. Ese pensamiento es el origen de la exposición que Marta Fofi, italiana residente en Ibiza, inaugura este lunes (20,30 horas) en el Club Diario de Ibiza. La ha titulado ´I´m not the prey´ (´No soy la presa´), porque es el convencimiento al que ha llegado en los últimos años. Y es que desde la primera obra que nació después de esa necesidad de explorar sus propios temores (unos conejos a los que unas pistolas disparan zanahorias) a la última (conejos con paraguas y cuervos que conviven en las mismas telas) han pasado tres años.

Tres años en los que la artista ha asumido que no debe matar a sus miedos, sino que debe aprender a convivir con ellos. Eso es algo que, en el fondo, ya sabía cuando creó las primeras obras de esta serie, porque los conejos, lejos de asustarse y huir, cogen las zanahorias y las utilizan en su propio provecho: «Soy muy irónica, no me gusta el drama». «Además, los disparos no le dan a nadie», reflexiona en una pausa del montaje de la exposición, que podrá verse hasta el próximo 4 de noviembre y en la que, efectivamente, se puede constatar que las balas nunca aciertan.

En el suelo, aún a la espera de encontrar su sitio en las paredes de la sala, está una reinterpretación que, tiempo después, hizo de esos conejos y esas pistolas. Una obra formada por doce piezas en las que las figuras están dibujadas con hilo, con pespuntes, cosidas sobre tela y en la que la artista lanza una pregunta: ´Who is the prey?´ (´¿Quién es la presa?´). En el momento de darle forma dudaba de la respuesta. En estos momentos la tiene muy clara: «Yo no soy la presa». Fofi explica que su debilidad por las telas y los hilos le viene por su formación, ya que estudió Moda en Roma, aunque confiesa que no le interesa la moda.

En las cuatro telas de la pared central los conejos conviven con cuervos. Algunos blancos. Otros negros. Son la última incorporación a su zoo artístico particular. «Simbolizan la magia, porque no todo se puede y se debe explicar», apunta antes de relatar que ese animal surgió hace poco, durante una estancia de dos semanas en Polonia. Allí, en la ciudad de Lodz, indagó en la estampación manual, una técnica que aplica a esas piezas. Fue una estancia intensa. Se alojó en el antiguo guetto judío, y aunque para los lugareños se trataba del lugar más feo de la ciudad, con casas viejas y sin restaurar, asegura que a los artistas les pareció que tenía mucho encanto y que era, sobre todo, inspirador: «No fui la única a la que esos días le salieron cuervos en las obras».

El recorrido por la muestra, que no sigue un orden cronológico, es un camino que ha hecho Fofi desde querer matar sus miedos a convivir con ellos y, ahora, a permitirse perder el control de vez en cuando. Le cuesta. Aún está aprendiendo. Pero opina que esas cuatro obras de tela en las que la tinta fluye con cierta libertad, superponiéndose y escondiéndose entre los cuervos y los conejos, son una muestra de que va por el buen camino. Aunque no le gusta especialmente Peter Gabriel, hace suya la letra de ´Darkness´, uno de sus temas, para definir esta exposición: «Cuando me permito ser, no hay control sobre mí. Tengo mis miedos, pero ellos no me tienen a mí».