Cada uno de los 24 escarabeos de entre los siglos VII y II a. C. que se estudian en el último libro editado por el Museo Monográfico del Puig des Molins encierra una historia apasionante. La fascinación que despiertan estos diminutos objetos cargados de superstición y magia es inversamente proporcional a su tamaño. Los arqueólogos Francisca Velázquez, María José López-Grande, Ana Mezquida y Jordi H. Fernández han pasado cuatro años estudiando estas piezas que remiten al Antiguo Egipto. El libro que recoge su investigación, ´Nuevos estudios sobre escarabeos hallados en Ibiza´, es el número 73 de la colección Treballs del Museu Arqueològic d´Ibiza i Formentera y se presenta esta tarde a las ocho en el salón de actos.

Las piezas que se analizan en el libro todavía no se habían estudiado y pertenecen al museo o a alguna colección privada. La mayoría se encontró en la necrópolis de Puig des Molins, salvo una que se halló en una excavación de urgencia en las obras de la carretera del aeropuerto.

Los escarabeos de los que se conoce dónde se encontraron estaban en tumbas. El modelo iconográfico de los escarabeos tiene su origen en el Egipto faraónico pero después su uso se extiende ampliamente por el Mediterráneo. «Alguna pieza puede ser egipcia, otras seguro que vienen del Mediterráneo central...», explica la prestigiosa egiptóloga López-Grande, que señala que las pistas que apuntan al lugar de procedencia se encuentran en el tipo de material o la iconografía que aparece en sus bases. También pudieron haberse fabricado en Ibiza, pero la doctora explica que no se conocen los talleres.

¿Para qué se usaban estas pequeñas piezas cuidadosamente labradas? «Pues es una gran pregunta. Tienen un componente muy importante como elemento de protección, porque originalmente ese es su sentido, pero luego como se utilizan las bases para escribir diferentes motivos, pueden haber tenido un sentido simbólico, ornamental, de prestigio, porque están hechas de materiales muy buenos en algún caso: ágata, cornalina, vidrio, fayenza...», explica la arqueóloga.

Los historiadores han dedicado mucho tiempo especialmente a las piezas llamadas de jaspe verde, cuya materialidad no se conoce bien. «Tenemos varias con inscripciones egipcias que nos han llamado mucho la atención, en alguna pieza se puede leer el nombre de una divinidad egipcia», agrega. Esta apasionada de la egiptología no sabría elegir un escarabeo: «Cada uno de los 24 que hemos estudiado ha sido un descubrimiento. Investigar es ir de sorpresa en sorpresa», señala.

En un escarabeo de ágata se pueden leer con dificultad inscripciones egipcias y en la base de otro de vidrio hay un hipopótamo. En otra pieza de una colección privada encontraron una representación de Heracles, «algo muy llamativo, una personalidad en el ámbito antiguo en el Mediterráneo». «Cada uno de los descubrimientos es muy emocionante», continúa.

Símbolos de la renovación

Cada escarabeo tiene características diferentes, a pesar de que todos representan el Scarabeus sacer (el pelotero), que tiene una connotación de protección y es una manifestación del sol en las creencias egipcias, ligado a la idea de permanencia, existencia, renovación, nacimiento...

«Todo esto está asociado a la forma del escarabeo, pero cada pieza está trabajada en su parte superior de forma distinta y la base está ocupada o por inscripciones jeroglíficas o por motivos de iconografía egipcia u orientalizante, otras veces es griega, como en el caso de Heracles. También hay una diversidad importante de materiales», agrega.

Ibiza era un punto esencial en el mundo fenicio-púnico: «La isla tiene una posición extraordinaria para las comunicaciones por mar y las personas de esa cultura que estuvieron asentadas en la isla sacaron mucho provecho de ella. Por eso la necrópolis [del Puig des Molins] tiene tanta importancia. Ibiza es un yacimiento extraordinario para la cultura púnica», subraya.