Erró estaba este jueves por la mañana montando la exposición que se puede visitar desde este viernes en el Centro Gabrielet de Formentera titulada ´1.000 máscaras´. Junto a su amigo Michel Gerard, el artista no paraba de recorrer la sala y mirar las caretas, colocándolas sobre el panel de chapa marina para ir componiendo, a modo de collage, el resultado de un proyecto que inicio en la isla de La Reunión, al este de Madagascar.

Todo empezó en uno de sus viajes a esa isla. Allí entregó a un amigo coleccionista una serie de paneles de chapa marina y le propuso que los niños de colegios de la zona confeccionarán máscaras. Poco después volvió y las montó en el museo privado de su amigo. Incluso grabó un vídeo que relata la experiencia creativa.

Esa misma idea la ha trasladado a Formentera y el pasado año le pidió a su amigo y vecino de es Carnatge, Paul Wenham, que hiciera lo mismo con los alumnos de todos los colegios de la isla de entre 8 y 12 años, quienes a lo largo del curso han ido realizando esas máscaras. De hecho, Paul ha sido nombrado por Erró, con un guiño de humor, «comisario de la exposición». El artista se muestra muy contento con el resultado: «Ha sido una gran sorpresa, no me esperaba esto, me imaginaba máscaras sosas, sin fuerza, grises y tristes y ha sido todo lo contrario, incluso tienen más vida y color que las de la isla de La Reunión».

El resultado es una colección de cerca de 400 máscaras sobre grandes paneles, con un resultado visual ciertamente sorprendente y original. «Ha sido increíble todo esto» y para explicar su satisfacción por la implicación de las familias cuenta que ayer mismo, mientras montaba, «una señora trajo la máscara de su hijo porque la tenía en casa» y él la puso «en un buen lugar», explica. Mientras habla su ilusión se hace patente en su mirada, la misma que desprenden los niños ante un acontecimiento que les emociona.

El año de Erró

Este creador mantiene una intensa actividad productiva y su implicación con el mundo del arte contemporáneo es patente en todo el planeta. Sus obras están en los más prestigiosos museos del mundo y en Formentera ha donado varias colecciones, como las serigrafías que decoran la Oficina de Atención Ciudadana (OAC) o las cajas de té chinas expuestas en el vestíbulo de la Biblioteca y del Conservatorio.

Pero este año ha sido especialmente intenso para él. Tras una muestra antológica de su obra en Lyon (Francia) ha llevado su trabajo a París, donde recibió la medalla Pablo Picasso de la Unesco al arte y la cultura. Después viajó a Nueva York y Chicago, para luego realizar una instalación en la estación de Viena, la más grande de Europa. Sin olvidar que recibió el máximo galardón de la ciudad de París por su trayectoria profesional. Lejos de relajarse en Formentera, trabaja todos los días: «Cuando no trabajo estoy cansado», sentencia orgulloso.