El arquitecto y pintor alemán Erwin Broner (1898-1971) descubrió en Ibiza su paraíso. Llegó en 1934, huyendo del nazismo por su origen judío, y fue casi un encuentro mágico entre persona y lugar, una sintonía perfecta entre sus principios estéticos y éticos, el paisaje y la arquitectura.

Esa relación íntima entre isla y creador es uno de los puntos fuertes de la exposición ´Arxiu i llegats de Broner´, que se inauguró este miércoles en el Museo de Arte Contemporáneo de Eivissa (MACE) y en la Casa Broner, y que para la directora del MACE, Elena Ruiz Sastre es «uno de los proyectos más enriquecedores» que ha realizado a lo largo de su carrera al frente del museo. Bucear en la cálida y elegante intimidad de Erwin y Gisela Broner le ha permitido sentir «la poética del objeto cotidiano», apunta Ruiz Sastre en la Casa Broner, donde el equipo del museo y los comisarios (la propia directora junto a los arquitectos Raimon Ollé y Stefano Cortellaro) han hecho un gran trabajo para que luzca como cuando vivían allí la pareja de artistas.

El espacio principal de la exposición se encuentra en la sala de armas del MACE, donde una gran fotografía de Erwin y Gisela Broner preside la entrada e invita a introducirse en la vida y obra de la pareja.

Dentro, el visitante se encuentra con un mural dedicado a la biografía de Broner. «Con los datos mínimos sobre Erwin y Gisela para colocar a los dos personajes en la historia», describe Ruiz Sastre.

La parte central la ocupan grandes mesas vitrina, que permiten hacer un recorrido por la intimidad de Broner a través de pasaportes antiguos, libretas de direcciones, exhaustivos inventarios de pinturas y de las casas que diseñó y decoró, documentos en los que se puede leer que su apellido original era Heilbronner, libretas con bocetos que se convirtieron en pinturas, notas personales o cartas de amor a Gisela «a razón de una por día cuando estaba de viaje, llenas de dibujos, maravillosos, algunos eróticos, muy elocuentes», relata Ruiz Sastre.

Una selección de imágenes de sus álbumes familiares se despliega en otra zona de la muestra, donde los Broner aparecen con sus queridos perros, en momentos íntimos o en sus frecuentes encuentros con amigos tan cercanos como Erwin y Christina Bechtold o Carl Van der Voort.

Grupo Ibiza 59

La presencia del Grupo Ibiza 59, del que Erwin Broner fue cofundador, tiene una importante presencia en la muestra con ejemplos como el libro de firmas del grupo (prestado por los Bechtold para la ocasión) o, de un modo más anecdótico, en la carpeta de recetas de cocina de Gisela, escritas muchas de ellas en el reverso de invitaciones para exposiciones que el colectivo hacía en El Corsario.

Es esa parte cercana y familiar de la muestra la que le da un valor añadido. Como el hecho de que algunos de los cuadros que se exponen por primera vez en esta muestra sean lienzos adquiridos por el MACE en los últimos años de vida de su viuda, para que esta pudiese costear los servicios de un cuidador, apunta Ruiz Sastre.

Y es que la parte más luminosa y vital de la exposición no oculta la tristeza del fallecimiento de Broner en 1971, representada en la esquela de su muerte publicada en Diario de Ibiza, en su testamento, en las cartas de condolencia firmadas por Emilio Vedova, De Vries, Hans Laabs o Dmitrienko, o en el documento firmado por Mariano Llobet, por entonces secretario del Ayuntamiento de Ibiza, en el que se autoriza el entierro de las cenizas de Broner en Ibiza.

Los planos de las casas que diseñó (en una zona iluminada al mínimo para no dañar los delicados dibujos) se combinan en la muestra con unas estanterías que remiten a su casa de sa Penya en la que reposan sus discos de Bach, Mahler, Mozart o Schönberg, sus libros de Picasso, Goethe y Ortega y Gasset, ediciones maravillosas de Rainer Maria Rilke o Nietzsche o compendios de arquitectura de Le Corbusier.

También reposan allí libros autografiados por Camilo José Cela, Josep Lluís Sert o Walter Gropius, fundador de la Bauhaus y al que la exposición dedica un apartado propio «por su relación personal con Broner y la admiración que este sentía por él», explica Ruiz Sastre.

Una muestra que, en suma, revela al Broner intelectual pero también al Broner amante, vividor, creador y también ciudadano preocupado por su isla, como demuestran un montón de recortes de Diario de Ibiza que guardaba, con subrayados en rojo, sobre problemas de la ciudad, como la suciedad en sa Penya, que hoy en día sigue siendo noticia, y que acompañará al visitante que quiera acercarse a conocer su casa en este barrio de Vila.