Kiko habla mucho y rápido, pero no se lía nada. Dice las cosas bien claras para que todo el mundo las entienda. En el concierto de esta noche repasará sus canciones más emblemáticas, esas que ya forman parte de la memoria musical de este país, además de las de ´Sensación térmica´, su último disco.

-Han pasado 21 años desde la última vez que le vimos el tupé en Ibiza.

-Mucho tiempo. Y sentía la necesidad de volver, porque Ibiza es un lugar clave en la cultura y la música de este país. Me llamaron de Las Dalias, un sitio tan bonito y con tanta historia y lo tuve claro: ´Vamos pa Ibiza´.

-¿Y qué le va a cantar al público ibicenco?

-De todo un poco. Desde el primero hasta el último disco y alguna otra cosa. Seguro que tocaremos ´Namasté´ (del último disco) como homenaje a la gente de Las Dalias y su fiesta, que me hace mucha ilusión tocarla aquí. Unas 20 canciones, aunque siempre al final hay alguien que nos pide alguna... Pero no me sé todas mis canciones, solo unas 40...

-¿Lleva la cuenta de cuántas ha compuesto?

-En solitario unas 200 o 300 y luego todas las colaboraciones... yo qué sé, unas cien más. Lo que más me gusta es hacer canciones. También últimamente con el uruguayo Martín Buscaglia. Hicimos un grupo, El pimiento indomable, con un disco que no se parece ni a lo que hago yo en solitario ni a lo que hace él. Ahora lo presentaremos en España, con un clip con Albert Pla de Isaki Lacuesta.

-¿Y qué sensación térmica está notando del público?

-Con el público siempre bien, ganamos todos los conciertos por 7-0, como el Madrid o el Barça (ríe). Por eso nos gusta tocar de todo. Hay canciones que duran dos o tres años, cumplen un ciclo, y otras que se quedan en la memoria musical de la gente, que le recuerdan a su bar, a su gente, a su infancia... y esas hay que tocarlas.

-¿Cómo ha funcionado el disco?

-Depende del punto de vista. Si miras las ventas, mal. Los discos ya no se venden. Si miras las ventas parece que solo existen Malú o Bustamante, pero nosotros no dejamos de actuar en todo el año. Vas a los festivales y se llenan y la gente se sabe tus canciones y tocan un montón de grupos que no suenan en las radios y la gente quiere ir a verlos.

-¿Los discos están devaluados?

-Los discos y los músicos. Ya no valen nada, pero yo creo que este disco valdrá mucho en el futuro, porque es un buen disco. La producción de Raül (Fernández, de Refree) fue fundamental. Ha sabido sacar texturas distintas a mis canciones. Ha sido una renovación.

-¿Qué ha ganado y qué ha perdido en este tiempo que lleva de independencia discográfica?

-La gente puede creer que los músicos tenemos el poder de hacernos independientes y no es así. El mercado musical es cerrado y multimillonario y tú no dispones. Yo me salí del guion. No quería estar siempre en los medios sino llevar una vida familiar y tranquila. Y me quedé fuera.

-Así que usted no dejó a la industria, sino que la industria le apartó...

-Así es. Me dejó fuera. Cuando ciertos señores ven que no eres comercial, que no les gusta tu música o tu forma de ser... te dan la patada. Pasó desde el principio, con el disco de ´Veneno´, en 1977. Les metimos un gol. No les gustaba y lo metieron en un cajón, pero luego se les escapó y se empezó a vender en mercadillos, gasolineras... se vendieron 400.000 copias y yo no vi ni un duro, porque el contrato especificaba que no se pagaban royalties por las ventas con rebaja.

-¿Y qué queda de aquel Kiko de ´Veneno´ en el Kiko de hoy?

-Canto las mismas canciones. La música es un oficio, pero también un vicio. Con ella disfrutas y echas las penas fuera, te emocionas, te superas... A lo largo de mi carrera lo que he hecho es mejorar y seguir disfrutando de esto. Ahora que ya soy viejo cada vez lo disfruto más, porque antes tenía miedo al escenario, a cómo funcionaría esto o lo otro... y ya no me da miedo nada.

-En todos estos años ha colaborado con gente como Raimundo, Camarón, Juan Perro, Martirio, Peret, Jonathan Richman, Jackson Browne... ¿De cuál ha aprendido más?

-De todos, de Raimundo el primero. Cuando nos conocimos él tenía 17 años y llevaba cinco acompañando a cantaores y de músico callejero. Fue mi primer aprendizaje. De Camarón y de Peret, qué te voy a contar, aprendí lo que no está escrito, y también de Juan Perro, que fue el impulsor de ´Échate un cantecito´, y con el G5, que fue una fuente de disfrute extraordinaria, y con Martín Buscaglia...

-¿De dónde fluye la poesía surrealista de Kiko Veneno?

-Yo hago poesía surrealista, realista, sentimental, ética... sobre todo poesía callejera. No soy un intelectual, aunque siempre llevo un libro de poesía en la mochila (ahora de Miguel Hernández), pero no creo que el surrealismo me defina. En este país tendemos a llamar surrealista a todo aquello que no entendemos bien, somos un poco perezosos.