Mortadelo y Filemón, Pulgarcito y Zipi y Zape son algunos de los protagonistas de la muestra que se inaugurará hoy a las 20 horas en el Far de ses Coves Blanques a cargo del coleccionista de cómics Joan Ramis Masià. El público tendrá la oportunidad de revivir su infancia o conocer el mundo del tebeo de la mano de un gran amante, que por segunda vez comparte una parte de su tesoro.

Los ejemplares que se exhibirán, alrededor de 130, datan del período 1942 a 1995. «A partir de 1995, hubo un cambio de política editorial y se decidió que pasaran a álbumes. Las tiradas fueron bajando, y los únicos supervivientes de la época dorada del cómic fueron Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón y Súper López. Varias generaciones nacidas después de la Guerra Civil reconocerán estos tebeos», explicó este apasionado de los semanarios de aventuras.

Ramis empezó a adquirir cómics desde los siete años, pero hasta que tuvo 25 años no pudo empezar a coleccionar «en serio», porque no se lo podía permitir. «Entonces costaban entre cinco y seis pesetas, pero aunque era relativamente barato, no empecé con mi colección hasta los 25 años, cuando empecé a trabajar», indicó.

Gran Pulgarcito

«Pulgarcito es mi favorito, y también de otros muchos coleccionistas. Es de la editorial Brugera, la principal, que editó un 90% de los semanarios de la época. Pulgarcito dejó de editarse en el 81, y de él salieron 2.000 números», explicó.

Respecto a la exposición, Ramis cuenta que se sorprendió ante la acogida que tuvo la primera edición de la muestra, el año pasado: «Fue mucho mejor de lo que imaginé. Pensaba que en Ibiza no había ningún tipo de afición al cómic, y me resultó sorpresivo que no pasara inadvertido», relató. «La nostalgia es decisiva en exposiciones como esta, pero invito a los más jóvenes a descubrir un mundo que existió, y que durante un tiempo estuvo presente en todas las casas, las barberías y las tiendas. Siempre había un montoncito de tebeos», recuerda.

Ramis tuvo que desalojar de su casa parte de la colección, que pesaba unas seis toneladas y hacía peligrar su vivienda de Vila, pero sigue adquiriendo un 90% de los nuevos títulos que aparecen en el mercado, muchos de ellos en una librería de su confianza en Barcelona.

Ramis, además de interesarse por los semanarios, autores y dibujantes, es un gran aficionado a la historia: «Soy licenciado en Historia, por lo que busco el sentido histórico de cada tebeo. En la inauguración de la muestra abordaré el tema de la censura, muy presente en el lapso de tiempo en que se publicaron estos cómics», resaltó.

El coleccionista hace hincapié en que durante aquellos años la censura fue «muy estricta», pues «todas las páginas de los tebeos» debían ir selladas con la autorización de la Dirección General de Prensa. «La única forma de huir de la censura era que los personajes y los escenarios no fueran españoles, por lo que acababan siendo abstractos. Así lo hacía el Pulgarcito. Obviaba escenarios como Colón o Cibeles para poder publicarse», señaló el coleccionista.

«La censura terminó el 1 de abril de 1977. Hasta entonces, no se podía atentar contra el régimen, contra la religión católica o contra la decencia. Los dibujos no podían tener contacto entre ellos, las mujeres se dibujaban muy tapadas y sin formas y no se podía bromear o ironizar con ningún aspecto del régimen. De lo contrario, los autores se arriesgaban a penas de cárcel o a multas muy elevadas, que difícilmente podían asumir porque al no ser del Estado atravesaban una situación precaria», concluyó.