El responsable de algunos de los programas de más éxito de la televisión moderna en España presenta esta noche en el Club Diario su nuevo libro: ´Pepe Navarro. La leyenda del Mississippi´, acompañado de su incondicional amiga Isabel Gemio. Navarro refleja las experiencias vividas en un momento de enfrentamiento y crispación del país en 1997: «Un año mejor para olvidar que para archivar». Habla a corazón abierto, en exclusiva, de su polémica salida de televisión, sus proyectos y su relación con la fama y la política.

-Le ha costado mucho sacar este libro ´maldito´ adelante.

-No creo que sea maldito, aunque a un libro se le puede calificar de cualquier manera. Es ante todo un libro pensado, meditado y escrito casi todo en Ibiza, con lo que no tiene nada de maldito. Si te refieres a las dificultades para sacarlo adelante sería difícil resumir y explicar por qué una editorial decide no publicarlo sin siquiera leerlo desde el principio, lo que es muy extraño. Luego le hemos buscado otras salidas y ya está en la calle. Un libro tiene una vida determinada, lenta, funciona poco a poco y hay que ver cómo se desarrolla.

-¿Qué se propone con ´La leyenda del Mississippi´?

-Es un libro que cuenta una parte importante de la vida periodística y política en España en un momento concreto.

-¿Por qué lo escribió?

-Creo que tenía que reflejar una serie de experiencias vividas. Los científicos publican sus ensayos, cómo lo han hecho y qué han aportado a la comunidad. Pienso que en un momento determinado le aporté bastante a esta sociedad con un programa de televisión que entretenía, comunicaba, divertía todas las noches y sobre todo creaba polémica. Eso se produjo en un entorno y circunstancias que tenían que ver con la historia en la que estaba inmerso este país y yo fui, a la vez que víctima de las circunstancias, una persona que también disfrutó de ese momento y que sucumbió por las cosas que pasaron. Le llamo en el libro ´el año que vivimos crispadamente´.

-¿Cómo vivió ese momento de enfrentamiento?

-Fue un momento convulso en que todo el mundo estaba enfrentado y había una gran crispación. Jesús de Polanco estuvo a punto de entrar en la cárcel y Antonio Asensio decía permanentemente que lo iban a encarcelar y no se cansaba de repetir que no había libertad en el país. Esto lo cuento en el libro y hablo de 1997, un año mejor para olvidar que para archivar

-Ya hubo una primera presentación en Madrid y ahora aquí.

-Gran parte de las 420 páginas del libro se escribieron en Ibiza porque esta isla te da la tranquilidad y el reposo para ver las cosas en la distancia y analizar profundamente lo que pasó, incluso teorizar sobre la televisión, la fama y las relaciones humanas, entre otras cosas. Por tanto, Ibiza tenía que ser uno de los lugares donde debía hacer una presentación y habrá más por España para acercarlo a quienes han hecho posible que este libro exista, que son los telespectadores. Ellos posibilitaron que yo existiera, que se emitieran programas llamados ´Esta noche cruzamos el Mississippi´, ´El Pelicano´ o cualquier otro en mi carrera.

-¿Ibiza ha sido su refugio tras su salida de la televisión?

-Más que un refugio ha sido vida. He compartido esta isla con Madrid y otras ciudades porque para mí siempre ha sido un lugar lleno de vitalidad, nunca he venido a esconderme aquí, al revés. No es un lugar para recluirse sino para sentirse muy vivo y disfrutarlo ya que estimula la creación y la creatividad. Escribía el libro durante horas y luego me iba al día siguiente a leerlo frente al mar.

-¿Y cómo fue esa experiencia?

-Me siento privilegiado de haberlo escrito en la isla ya que te ofrece sensaciones que difícilmente encuentras en otros lugares. Lo he elaborado también en un barco, en un rascacielos de Nueva York y en otros puntos donde he tenido que viajar por razones de trabajo o lo que fuere.

-Mucha gente se pregunta qué hace Pepe Navarro ahora sin cámaras y lejos de los medios.

-Lo que cualquier otra persona que ha estado mucho tiempo ante la cámara. Parece que sin la cámara no sabemos qué hacer y no es así, hay mucho que hacer, gracias a Dios. Mis productoras siguen trabajando en televisión, servicios, producción, creatividad, desarrollo de proyectos, pero detrás de la cámara. Ahora elaboramos una serie para otra productora y siempre estamos en marcha con un montón de cosas a la vez.

-¿Es posible su vuelta a la televisión en este planeta?

-No lo sé, lo que pueda ocurrir en el futuro no lo sabe nadie, ni siquiera sabría decirte si lo haría o no. Me he dedicado toda la vida a la comunicación más que a la televisión. De hecho, el libro es otra forma de comunicación y de contar historias, que es lo que hacemos los que nos dedicamos a este negocio. Si el negocio un día te requiere pues actúas, pero si no, hay mil cosas en las que entretenerte.

-Ha sido el foco principal de atención de este país durante un tiempo, ¿cómo se sintió al desaparecer de repente de los medios?

-En mi libro explico mi encuentro con la fama, desde el primer momento lo tomé como un planteamiento que no podía marearme y hacerme tambalear. Desde el principio tuve mi claro lo que era el personaje y lo que era la persona. No soy una persona que sea presentador o productor, soy José o Pepe Navarro, con una familia, gente, aspiraciones y sueños, algo más que alguien que vive del trabajo que consigue o del nombre que logra hacerse. Y gracias a eso consigues una tranquilidad y unos principios para enfrentarte a la fama

-Pero de cruzar el Mississippi cada noche a quedarse en su casa hay una diferencia importante...

-Sí. Al principio hay una sacudida porque dejas de aparecer en la tele, pero luego vuelves a la realidad porque el ritmo de la televisión es frenético, se trabaja 24 horas sobre 22. Le dedicábamos todo el tiempo del mundo y nos parecía poco porque lo pasábamos bien y nos divertíamos. Era una forma de vida muy enriquecedora porque te acerca a fuentes de información que te facilitan un punto de vista distinto de la vida y de las relaciones. El ritmo de crear constantemente es terrible, y cuando se corta todo cruje y deja de llegar un montón de alimento que te enriquece personalmente.

-¿Cómo lleva la fama?

-La fama no me ha preocupado, no la he fomentado y nunca he jugado a ser famoso.

-El refrán dice: ´qué he hecho yo para merecer esto´. ¿Cómo superó el ostracismo al que fue sometido?

-Si analizo lo que he hecho, no lo entiendo. Trabajé bien y obtuve buenos resultados. Lo que me pasa a mí, como a otros compañeros que han dedicado su vida a este trabajo, requiere de un análisis más en profundidad de la industria. Tiene que ver más con la infraestructura de esta industria, que es un negocio de dos empresas que trabajan en función de los resultados que quieren obtener. No tiene que ver con lo que yo puedo ofrecer de rentable y abundante.

-¿Qué culpa tiene la tele?

-La competitividad dentro de la televisión no existe. El duopolio lo tiene fácil, no tienen que enfrentarse a la competencia y a otras cadenas. Se reparten un pastel que es suficientemente bueno para no tener que estar en la agonía de la competencia. Lo diferente o aquello que busca caminos originales no es tan necesario en la tele como en otras industrias. Si se mantiene una estabilidad y una línea de negocio ya va bien

-¿La política le ha hecho daño?

-No especialmente, pero las personas cercanas al área del poder utilizaron su influencia y capacidad para tomar decisiones que me afectaron y me perjudicaron. Hablo en concreto de Pedro J. Ramírez, que también sale en el libro. Hizo lo que hizo por agradecimiento a los que tenía que agradecer, pero no le guardo rencor porque no sé hacerlo. Siento lástima.

-¿Cómo ve la televisión actual?

-Veo poco, los partidos de fútbol, algún informativo o un debate. Cada uno tiende a buscar lo que le satisface. Uno de los cambios sustanciales de este medio ha sido la posibilidad de que el espectador se convierta en programador. La pluralidad de canales y opciones hace que el zapping sea un práctica más enriquecedora y plural que antes. La gran novedad de la televisión no son los contenidos, las nuevas fórmulas o lo que debería ser sino la facilidad que tiene el espectador para ver lo que quiere.