­Ramón Baeza (Valencia, 1963), co director de Increpación Danza, pisará por primera vez Ibiza junto a su compañía con el objetivo de sorprender ­­con una fusión de flamenco y danza contemporánea. La formación se subirá a las tablas del Palacio de Congresos de Santa Eulària este sábado.

-Es la primera vez que la compañía pisa tierras ibicencas ¿cómo surgió esta actuación?

-La verdad es que ha sido el Palacio de Congresos de Santa Eulària el que nos contactó a través de la Plataforma Platea, que busca promocionar las artes escénicas en todas las Comunidades Autónomas. Nosotros estamos encantados de visitar Ibiza.

-Presentan el espectáculo ´XX´, ¿qué verá el público ibicenco?

-El año pasado la compañía cumplió 20 años y quisimos hacer un espectáculo recopilatorio con las piezas más emblemáticas de la formación. Entonces nos dimos cuenta de que resumir tantas cosas en un solo espectáculo sería tarea imposible. Por ello nos centramos en resumir las piezas que creamos durante el siglo XX. Además, el nombre del programa hace referencia a los 20 años de la compañía, al siglo en el que se desarrollaron las piezas e incluso de una manera tangencial al genoma femenino, ya que aunque la compañía ha tenido algún bailaor, el núcleo duro siempre han sido las mujeres.

-¿Por qué no han apostado nunca por algún bailaor en la compañía?

-He de decir, desde mi experiencia, que las mujeres han sido más fieles a la compañía y se han implicado más en todos los proyectos. Los chicos suelen ser más dispersos, y quizá porque reciben más ofertas también van más por libre. Si algo nos ha distinguido es la impronta femenina que tienen nuestras producciones y la fidelidad de las chicas, ya que hay algunas que llevan más de diez años con nosotros. Esto nos ha permitido crear un lenguaje propio y conseguir un equipo fiel y crecer juntos.

-¿Por qué fusionar el flamenco y la danza contemporánea?

- Surgió de la forma más natural, yo crecí en la danza contemporánea y tuve que emigrar, y cuando tomas distancia de tu tierra te replanteas tus orígenes. Después de muchos años trabajando en la rama más contemporánea, mucho más intelectual, me interesó recuperar el carácter visceral y violento del flamenco. Esta fusión te permite llegar a la gente desde otro punto de vista, te abre otros resortes de emoción que me parecía que había que probar. No fue una cosa buscada con un objetivo comercial. Nosotros fuimos pioneros en esta fusión, cosa que nos posicionó en el mercado, pero actualmente está a la orden del día.

-¿Qué balance haría de estos 20 primeros años de vida de Increpación Danza?

-En este mundo nada es seguro, cada espectáculo nuevo es una aventura y yo sigo sintiendo que somos una compañía joven, a pesar de que ya llevamos más de dos décadas en el candelero. Somos una compañía viajera, durante estos años hemos recorrido más de 26 países, hemos visitado casi todos los continentes menos Oceanía. Lo mejor es que hemos podido dedicarnos a lo que nos gusta y, además, con el reconocimiento del público y de la crítica. Aunque también tengo que admitir que hace cuatro años la situación estaba mejor que ahora.

-¿Cómo consiguen sobrellevar la crisis económica?¿Están recibiendo algún tipo de ayuda por parte del Ministerio de Cultura?

-Nosotros, gracias a Dios, llevamos unos años recibiendo ayuda de la Generalitat de Catalunya, del Ayuntamiento de Barcelona y del Ministerio de Cultura para poder realizar las giras. Asimismo, hemos tenido la gran suerte de que nuestras instalaciones son cedidas por las instituciones, lo cual supone un abaratamiento en los costes.

-¿Cree que la cultura en general, y la danza en particular reciben toda la atención que merecen?

-Yo creo que en este país no se le da la importancia que tiene como industria. Genera mucho trabajo y, además, exporta ´Marca España´, nosotros somos prueba de ello. Sin embargo, siempre parece que nos están haciendo un favor. No creo que vean el valor real que tiene. De hecho, con estas últimas subidas del IVA parece que haya una intención de destrozar el tejido. Tal vez, se deba a que la cultura siempre ha sido crítica, y esto no suele gustar a los políticos.

-¿Cómo ve toda la polémica de las horas extra de la compañía Nacional de Danza y el Ballet Nacional de España?

-Parece que las pequeñas conquistas que se han conseguido en las últimas décadas, de repente, en tan solo dos años, se han tirado. Yo creo que aunque la crisis se acabe, será una tarea casi imposible recuperar todos los avances conseguidos.

-Ustedes, como ya ha afirmado, visitan Ibiza gracias al Programa Platea que ha desarrollado el Instituto Nacional de Artes Escénicas y Música (Inaem). ¿Es una buena manera de fomentar la danza en España?

- Yo creo que cualquier tipo de propuesta es interesante, aunque puede ser peligroso. Por un lado se está fomentando que las compañías funcionen ´a taquilla´, cosa que hace unos años era impensable (se iba con un caché cerrado) y ahora es más arriesgado, ya que el Ministerio lo que hace es complementar la taquilla, si no se llega a unos mínimos. El problema vendrá cuando pase la ­­­crisis, porque dudo que los teatros quieran volver al sistema del caché.

-¿A los jóvenes les interesa el baile?

-Lo que es de interés entre la juventud, son las danza urbanas. El contemporáneo, al ser más intelectual, tal vez es más difícil que llegue a los más jóvenes. Están muy acostumbrados a la estética del videoclip y la velocidad.

-¿Cómo promovería usted el amor hacia este arte?

-Hay que llevar el baile a los colegios, a los niños. Mucha gente cuando ve una coreografía por primera vez alucina, porque cree que va a ser aburrido. La danza es un arte mucho más universal que otros, y si se hiciera un trabajo de creación de público desde la secundaria, la gente le perdería un poquito el miedo. Más que falta de interés, es desconocimiento. Yo creo que incluso los propios programadores tienen miedo de la danza.

-¿La danza es elitista?

-Cierto tipo de danza sí, porque tienes que tener mucha información previa para poder apreciar el trabajo que estás viendo. Aunque hay otro tipo de espectáculos que están abiertos a todo el mundo.