Llevan un par de meses ensayando y el sábado es el gran día, cuando se pondrán frente al público y mostrarán lo aprendido en los talleres de cuerdas, teclado y batería. «Siempre que llega el concierto hay más tensión, pero curiosamente es cuando más sacas de ellos; ante el peligro, la inminencia del riesgo, funcionan mejor», indica la directora del grupo musical de la Associació d´Altes Capacitats i Talents d´Eivissa i Formentera (Actef), quien también imparte las clases de guitarra y de bajo, Marcela Friederichs-Hirth.

Son catorce chavales de entre 9 y 15 años y la mayoría no llega a los dos años tocando. «Es mi segundo año. Elegí la guitarra porque es un instrumento muy moderno y siempre sale en todas las canciones», afirma Judit, de 14 años, quien agrega que no le resultó difícil aprender a tocarla y que suelen interpretar canciones que se «pillan rápido». Eso sí, reconoce que tocar en grupo es más difícil que ensayar sola: «A lo mejor uno se pierde, te pones nervioso, también te pierdes». Su amigo Marc, de 13 años, opina lo contrario: «Es fácil; si conoces al resto y has tocado alguna vez con ellos, al final todo va bien». Marc también toca la guitarra eléctrica y cuenta que la eligió gracias a Judit; fue a tocar con ella y le gustó. Él cree que la dificultad en aprender una canción reside en «si estudias o no» -algo que hace cuando puede-, además de depender de la cantidad de notas y lo variadas que son.

En Actef empezaron a impartir música en el verano de 2012. «Fue una aproximación teórica, buscando hasta dónde la gente estaba dispuesta a pasar por el trago amargo de la teoría, porque lo que nos gusta es coger el instrumento, hacer ruido y sobre él empezar a pulir», resalta Friederichs-Hirth. De aquel curso quedaron un 30% de los alumnos y en octubre de ese año iniciaron el proyecto de la banda, con ayuda de la Caixa, que donó los instrumentos. «Teníamos clases por instrumentos y fuimos trabajando la idea hacia el concierto», agrega.

Y es que el método de enseñanza está enfocado a esa actuación -este año también grabaron un corte en un estudio-. «Yo programo el primer trimestre para adquirir o mejorar habilidades dentro de una canción para que tenga sentido para ellos. Cuando ya las han adquirido lo integramos trozo a trozo, rítmico, armónico, y lo que es físicamente la técnica de guitarra o bajo. Y después se empieza a ensayar», apunta. Es un sistema distinto al del conservatorio, del que la directora del grupo valora que enseña «el marco teórico de la música» y facilita la enseñanza práctica -«dices que es un compás en anacrusa y entienden que empiezan con una anticipación y no hay que explicar cada vez»-, pero del que critica que «coarta la música natural»; «dice cómo tiene que ser, cómo se ha de medir», añade.

Un repertorio variado, con blues y rock

El sábado se podrá escuchar un repertorio de 10 canciones de los chavales de Actef, con blues, rock y varios solos. «Será variado», resalta. A ellos se unirán los alumnos de Friederichs-Hirth del Club Deportivo Bahía San Agustin, que interpretarán siete.

A la batería se sentarán Paula, de 13 años, y Dídac, de 9. Ella lleva casi dos años tocando un instrumento que eligió porque le parecía más fácil que la guitarra pero del que ha descubierto que no es tan sencillo. «Tienes que tener mucho en cuenta todo, los pies, las manos», afirma. Dídac se decantó porque «a veces la había oído» y le gustaba. «Al principo es un poco difícil coger los ritmos», señala el chaval, que empezó a tocar el pasado octubre. Él destaca que a veces cuesta coordinar manos y pies -«te haces un lío, primero toca el bombo, luego el Charles y después el platillo, pero al final lo acabas tocando bien»- y reconoce que lo más complicado son «los ritmos nuevos». Se trata, al final, de pillarles el «truco», como señala Paula.

Dídac, igual que Judit, cree que tocar el grupo junto es complicado porque a veces «se pierden y no suena muy bien». Pero a Friederichs-Hirth, que pondrá la voz, no le importa tanto: «Combinarlos es una dificultad, pero yo les dejo; ellos se apoyan, se esconden un poco uno detrás de otro. A estas alturas no se trata de saber la canción o tocar el instrumento bien, el gran reto es escuchar al conjunto. Empezar y acabar juntos, y si hace falta y a ti se rompe la cuerda, entro yo».